Una alarma y una noticia esperanzadora han sacudido al mundo en las últimas semanas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba de un aumento en los casos de cáncer y determinaba que 9,6 millones de personas morirán con la enfermedad este año a escala global.
Hace pocos días, en cambio, el Premio Nobel de Medicina premiaba a dos investigadores por su aporte al desarrollo de una terapia inmunológica para tratar la enfermedad.
El cáncer es una enfermedad compleja. Puede ser causada por varios factores, entre ellos, la genética del paciente, su estilo de vida y factores ambientales.
Existen muchos factores que inciden en el aumento del cáncer. Por ejemplo, el estilo de vida actual, un consumo excesivo de comida, llena de azúcares y de poco valor nutritivo, llevan al sobrepeso y a un aumento de las probabilidades de tener la enfermedad. Existen indicios y estudios que muestran que poco descanso, un aumento en las preocupaciones y estrés fatigan al sistema inmune y hacen que este falle en el reconocimiento y lucha contra el cáncer.
Es muy importante que además de cuidar la alimentación y el estilo de vida se aprenda a lidiar con las preocupaciones de manera constructiva. Durante el día tenemos momentos de agitación y preocupación, pero debemos generar un balance con tiempos de relajación y sobre todo de ejercicio. Hay casos de personas que cuando experimentan un pico de estrés se enferman.
Cuando el cáncer se detecta rápido y se trata al paciente este tiene más posibilidades de remisión. Pero si no se administra un buen cuidado o la terapia efectiva, el cáncer continúa su desarrollo, puede generar múltiples mutaciones que hacen de su tratamiento un proceso más complejo y difícil. Mientras más avanzado es el desarrollo del tumor, menos sensible a la terapia se vuelve.
Por eso la detección y tratamiento oportuno es tan importante. Una buena política de prevención pasa por mejorar el estilo de vida y conocer la predisposición familiar.
Lamentablemente, la gente se descuida, no come saludable y no hace ejercicio. Cuando uno se cuida, el cuerpo y sus células saben que se está trabajando en equipo para mantener la salud. Los excesos en alimentación, estrés y otros factores crean un desequilibrio y afectan nuestras células, dejando que muchas veces ellas pierdan el control, generen cambios y produzcan un cáncer. Las células en este punto ya no trabajan con nosotros sino en contra.
Los virus también pueden crear un entorno en el que las células se modifiquen y tengan la posibilidad de un crecimiento anormal, como en el caso del Virus del Papiloma. Es por esto que la vacuna en contra de este virus es indispensable para disminuir la posibilidad del desarrollo del cáncer de cuello uterino.
Cuando el cáncer es hereditario, significa que las células presentan la susceptibilidad de crecer de una manera descontrolada. Si existe una predisposición no se debe esperar a estar enfermo para acudir al médico. Hay que hacerlo antes para tener los consejos necesarios y disminuir las posibilidades de desarrollar la enfermedad en el futuro.
La ciencia actual ha comprendido que el cáncer es heterogéneo y una terapia efectiva tiene que atacar diferentes puntos en el desarrollo del cáncer, esto quiere decir que las probabilidades de que la persona venza a la enfermedad son más altas.
Cada persona va a tener un patrón diferente de desarrollo del cáncer. Existe variabilidad genética ligada a la persona y que incide en el desarrollo de la enfermedad. El cáncer per se no es una sentencia de muerte. Existe tipos de cáncer que son más agresivos que otros, unos que son menos complejos de tratar que otros.
El diagnóstico a través de biomarcadadores, por ejemplo, analiza lo que se podría denominar la personalidad del cáncer, comprender cómo funciona la enfermedad para dar una atención y tratamientos personalizados.
Al ser una de las primeras causas de muerte a nivel mundial, se ha hecho un gran esfuerzo para poder comprender los factores que llevan a contraer la enfermedad. En los últimos 20 años se ha focalizado como nunca antes la investigación del cáncer.
Estas aproximaciones tardan en convertirse en medicamentos porque la investigación debe asegurarse que los resultados sean los apropiados y eso implica conocer los beneficios de las sustancias, pero también los efectos adversos.
Una persona que tiene cáncer merece el mayor respeto porque es una enfermedad que no solo afecta al paciente sino al entorno familiar y laboral.
En un futuro cercano tendremos terapias que no afecten al estilo de vida del paciente y de su familia. Por ello, el último premio Nobel fue entregado a dos investigadores que encontraron una forma de reforzar el sistema inmunológico para que la misma persona pueda luchar contra la enfermedad y aumentar las posibilidades de remisión. Hoy tenemos la esperanza de que, con la detección temprana, tratamientos múltiples que se aplican a su tiempo y en dosis precisas, venceremos al cáncer.
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