InSight aterrizó con éxito en Marte para la primera misión espacial que estudiará el interior del planeta y averiguará si está completamente muerto o aún alberga algo de actividad en sus entrañas. La nave de la NASA entró en la fina atmósfera marciana a 20.000 kilómetros por hora para sufrir los llamados “siete minutos de terror”, el tiempo durante el que ha tenido que frenar lo suficiente como para posarse en la superficie de Marte a la velocidad de una persona andando rápido.
“19:50 GMT.- InSight ha comenzado su fase de entrada, descenso y aterrizaje en Marte. A los siete minutos de entrar en la atmósfera, se espera que la nave despliegue su paracaídas, separado de su escudo térmico, levante sus patas de aterrizaje, encienda su radar de aterrizaje y comience a disparar sus retrocohetes mientras se separa de su carcasa trasera. Se espera que toque tierra alrededor de las 19:54 GMT”, reportó la NASA.
Personal de la #NASA celebra el descenso exitoso de una sonda en #Marte #InSightLanding pic.twitter.com/MO8nDBkN7s
— Reuters Latam (@ReutersLatam) 26 de noviembre de 2018
“19:56 GMT.- ATERRIZAJE CONFIRMADO!!! InSight ya se encuentra en Marte!!!”, escribió minutos más parte en su portal.
El aterrizador pesa 360 kilos, con lo que no logró usar el sistema de airbags que emplearon los robots Spirit y Opportunity, más ligeros. La nave ha aprovechado el rozamiento con la envoltura de gases marciana para bajar de velocidad hasta los 1.500 kilómetros por hora.
Cuando estaba a unos 12 kilómetros de la superficie, desplegó el paracaídas. A 1.000 metros de altura, este se ha desprendido y han entrado en funcionamiento el radar y un sistema de inteligencia artificial que ha usado sus datos para controlar la intensidad de 12 retropropulsores para realizar la última fase de frenado hasta los ocho kilómetros por hora. El aterrizaje, tal y como estaba previsto, se ha registrado a 20:54 de este lunes, hora peninsular española, y la primera señal de radio desde la superficie del planeta rojo ha tardado en llegar a la Tierra ocho minutos más.
Todo el equipo de la NASA celebró el éxito de esta primera fase de la misión, ya que se trataba de un complejo proceso de aterrizaje gobernado por “medio millón de líneas de código de programación. Cualquier sistema que no funcionara o lo hiciera a destiempo podría haber echado a perder la misión”, dijo Jorge Pla-García, astrofísico del Centro de Astrobiología (CAB) y operador de la estación meteorológica a bordo de la misión.
InSight se posó sobre la planicie de Elysium, posiblemente el lugar más aburrido de la superficie marciana: llano, polvoriento, sin apenas accidentes geográficos, pero muy seguro para el aterrizaje e ideal para el objetivo principal de la misión. Unos 40 días después de tomar tierra un brazo robótico depositará sobre el suelo uno de los dos instrumentos principales de la misión: un sismómetro “cuyo péndulo es capaz de detectar movimientos de una cien mil millonésima parte de un metro”. Este instrumento será el primero de la historia capaz de detectar movimientos sísmicos y también impactos de meteoritos a kilómetros de distancia.
Al segundo instrumento le apodan el topo: un percutor que penetrará hasta cinco metros en el suelo marciano dejando sensores de temperatura en su camino. Con estos instrumentos se podrá averiguar si Marte está completamente muerto desde el punto de vista geológico o aún conserva algo de vida geológica y térmica.
Esta misión puede aclarar las dimensiones de la corteza, el manto y el núcleo del planeta, que es rocoso como la Tierra. Es posible que las capas externas del núcleo hechas de hierro fundido se hayan solidificado, lo que a su vez habría debilitado el campo magnético y habría permitido que el viento solar se llevase buena parte de la atmósfera del planeta, reduciendo drásticamente las posibilidades de que pueda haber vida en la superficie.
“Sabemos que en el pasado hubo gran actividad volcánica durante largos periodos de tiempo, de hecho Marte tiene los volcanes más grandes del Sistema Solar, algunos más altos que el Everest”, dijo a El País Alberto González-Fairén, investigador de la Universidad Cornell (Estados Unidos).
Uno de los objetivos de la estación meteorológica a bordo de la nave es saber en qué momentos hay menos viento y se pueden tomar mediciones sísmicas más fiables. Tras el aterrizaje de este 26 de noviembre será la primera vez que haya dos estaciones meteorológicas desplegados en Marte (Insight y Curiosity) desde las sondas Viking de los años 70.
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