Ecuador promueve una cita con países de la región para debatir los flujos migratorios de ciudadanos venezolanos. Aunque la convocatoria debió hacerse con mayor anticipación –antes de que la problemática estalle- es una gran iniciativa.
La situación interna de Venezuela se ha ido agravando y se ha trasladado a los otros estados; es decir, el problema venezolano se volvió transfronterizo y los plazos se acortan.
La Cancillería ecuatoriana ha anunciado que la reunión a la que están convocados Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, México, Perú, Paraguay, Panamá, República Dominicana, Uruguay y la propia Venezuela, será en Quito el 17 y 18 de septiembre. Aunque los tiempos de la diplomacia no coinciden con los tiempos reales, la concurrencia de todos los involucrados arrojará una salida más apropiada: la que puedan aplicar a este fenómeno común a todos los países con mayor contundencia y efectividad que si lo hicieran aisladamente.
La convocatoria que organiza Ecuador no tiene tintes políticos o ideológicos y no se ha necesitado de Unasur para hacerla; es un llamado a actuar frente a un problema al que se debiera nombrar como corresponde. El papel de nuestro país debiera encaminarse a solicitar colaboración internacional, tal y como sucede en Europa frente a la cantidad de refugiados musulmanes, lo que ha motivado a esos países a tomar medidas comunes.
Para ello, en primer lugar hay que llamar a las cosas por su nombre: los ciudadanos venezolanos llegando por miles a las fronteras de los países de la región son refugiados, no turistas, aunque no lleguen precisando esa condición. De acuerdo a la Convención de Ginebra las personas que huyen por temores económicos, políticos, sociales, raciales o humanitarios son refugiadas.
Una vez que se caracterizan de esa manera, hay que actuar como lo dictamina el Derecho Internacional en estos casos, estableciendo campos de refugio. El hecho genera una situación económica difícil por lo que los estados pueden pedir ayuda internacional para mantener la situación.
Para ello, es importante que también asistan a esta cita en Ecuador los representantes de organizaciones como la Acnur; la OEA e incluso la OMS para atender la crisis sanitaria que se derivará de esta situación. Ningún país en este momento puede hacerse cargo de los venezolanos sin pedir colaboración.
En segundo lugar, es importante tomar en cuenta que el problema que originó este desplazamiento nació en Venezuela, por lo tanto, el resto de naciones latinoamerianos debe de tomar una posición con respecto al gobierno de ese país. Esas posiciones deben verse reflejadas en resoluciones de carácter internacional, como por ejemplo, desconociendo el gobierno de Nicolás Maduro o retirando los embajadores de Caracas.
El fenómeno venezolano podría ser incluso mayor que lo sucedido en Siria y es el momento de tomar una resolución. Los tiempos de la diplomacia ya caducaron y la realidad es grave.
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