Hay una extraña coincidencia en el discurso de los líderes del chavismo. Cuando se trata de su soberanía todo vale, cuando se trata de la soberanía de los demás países lo mismo. El chavismo ahora se ha dedicado a acusar al Gobierno ecuatoriano de atentar contra su soberanía por las medidas declaraciones con las que se ha manejado el Presidente Lenín Moreno en foros internacionales sobre la situación venezolana.
El llamado viceministro venezolano para América Latina, Alexander Yánez (porque el chavismo podrá tener una economía en crisis, pero siempre busca la pomposidad y el vacío de una república bananera) ha acusado al Presidente Moreno de ir en contra de su soberanía porque ha ofrecido declaraciones y entrevistas junto al vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, en contra de la soberanía de Venezuela. ¿Cuáles? No especifica. En la declaración realizada en Quito incluso omitió mencionar la crisis en Venezuela.
El chavismo defiende su soberanía y a su vez se entromete en asuntos de otros países porque se cree con el derecho a decir con quién se puede reunir o no el Presidente de otro país soberano como Ecuador. Y no solo eso, sino que en esa nota de protesta se ratifica en las tristes declaraciones de Nicolás Maduro que replica al denuncia de complot realizado por el expresidente Rafael C., por la orden de prisión preventiva dictada en su contra.
Para Venezuela las acusaciones de Maduro contra el Gobierno de Ecuador y la justicia ecuatoriana, en defensa de Rafael C., están bien porque al parecer el líder chavista cree estar por encima del bien y el mal para decir dónde no hay democracia y dónde sí, quién es el bueno y quién es el malo, como todos los chavistas, como todos los defensores del fracasado proyecto que intenta mantenerse a sangre y fuego en Nicaragua y en la misma Venezuela, hasta ahora.
La soberanía les importa a los chavistas, incluido Rafael C., solo cuando afecta a sus intereses, cuando no son hasta son capaces de defender incursiones armada en otro país para defender a sus amigos. Todavía está fresca en la memoria ese viaje a supuestamente devolver el poder al derrocado Manuel Zelaya en Honduras. “Parto enseguida para Washington”, dijo Rafael C. en su sabatina donde cada semana dictaba sentencias. “Por supuesto que hay riesgos, pero si a algún torpe nos mete un balazo le habrá hecho un favor a la revolución ciudadana porque significa que la revolución ciudadana durará mil años en nuestro país -dijo-. Honduras sería un buen lugar para morir”.
Entonces los chavistas defendían la incursión armada en otros países como defensa de la democracia, ahora que todo mundo reconoce que en Venezuela hay una dictadura el más mínimo reclamo de que se reconozca que ahí existe una oposición marginada y que hay una crisis humanitaria por los miles de desplazados, es atentar contra la soberanía, porque en su mente no hay espacio para cuestionar a los iluminados que se creen con derecho de heredar el poder y seguir llamando a esos países democracias.
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