Julieta está a punto de mudarse con su nuevo amor, Lorenzo. En su departamento casi todo pasa de letter a litter, pero ella llevará sus libros, una foto rota, un secreto. Sin embargo, un encuentro inesperado con Bea, amiga de su hija, trastoca sus planes de mandarse a cambiar. Siente, nuevamente, el llamado a una gozosa espera que la recoloca en la posición de madre de una hija de la que hace doce años no recibe noticias. Decide no partir, pues su conclusión es: “piensa que sigo viviendo en Madrid”, ciudad faro para ellas. Así, vuelve a conseguir el piso en donde apenas sobrevivía después de la muerte de su esposo Xoan: busca forzar el azar para arribar a verdades antes a la vista, pero cuando ella estaba devastada. Supo que Bea y su hija fueron novias; y que su hija, hoy madre, la culpaba del infortunio de su padre.
Una escritura a interrogar es el tatuaje, insignia de la película. Se lo hace Xoan mientras Julieta viaja a visitar a sus padres. La situación allá es que su propia madre, de entrada, no la reconoce y que su padre, está saliendo con otra. El tatú es de un corazón con la “A” y la “J”, en medio un velero. Y si, entre el hombre y la mujer está el muro, y el amuro es lo que aparece en señales extrañas sobre el cuerpo, al decir de Lacan. La letra-tatuaje indica que entre la madre J y la hija A, está el falo como obstáculo. Pero, en esta escena conyugal también hay otra mujer: Aba, una artista amante de Xoan. Entonces, entre A y J, Xoan, un pescador quien aún con barcaza, naufragará. Después Antía partirá, evitando quedarse a solas con su madre.
A Julieta la encarnan dos mujeres: una antes y otra después de la muerte de su esposo. Un fotograma parecería mostrar un hombre como relevo para que ella se convierta en Otra para sí, lo que sucede de la peor manera. La joven enseña filología y ama la mitología, devendrá madre. Cuando quiere volver a enseñar, Xoan se irá para no volver. La Otra, una sobreviviente de la catástrofe de su marido, sufrirá por la subsecuente fuga de su hija. Después será correctora de pruebas y escribirá cartas a Antía, las que no entregará.
Julieta pasa de hablar a escribir al ausente, en un film donde las cartas llegan a su destino. De inicio, recibe una carta de Xoan, justo el último día en que reemplaza a una maestra. Luego, ella misma reemplazará a su primera esposa. Al final, le llegará la tan esperada carta de Antía, la que no podrá recoger por sí misma, ya que habrá sido arrollada al dejarse caer, nuevamente. Esta vez Lorenzo la recogerá. Allí sabremos que Xoan, hijo de Antía, ha muerto.
¿Es la mirada del reno, a través de una ventana del tren mientras corre, una escena onírica que presentifica la mirada del muerto que alcanzará a Julieta para pedirle cuentas? ¿Se trata de una Odisea contemporánea, epopeya donde los hombres escuchan el canto inaudible de las sirenas, y sin síntoma de qué amarrarse, son arrollados o tragados por mares enfurecidos?
¿Se trata de una tragedia cuyo inexorable destino dictamina que el encuentro entre madre e hija sólo podrá ser cuando cada una pierda a su Xoan? ¿Es que Julieta de joven, pretendió prepararse leyendo “El amor” y “La tragedia griega”, pero no lo logró; y lo sabemos, cuando estragada y con la mirada ajena, queda a merced de dos chicas que la alimentan y bañan?
Y si el sacrificio de los dos Xoan a los dioses oscuros no era tal; y si, como dijo la bella Antígona: un esposo y un hijo pueden ser reemplazados… así como una mujer puede entrar en una serie de mujeres; la pregunta estragante: “¿por qué salió a pescar si había tormenta?”, ¿podrá algún día reducirse a un penoso accidente, como puede serlo el naufragio de un niño?
Al menos uno, Lorenzo, conduce el coche que lleva Julieta a tan esperado encuentro, ¿será?
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