Daniel Ortega, el otrora hombre fuerte de Nicaragua quedó desnudo en una mesa de diálogo convocada por la Iglesia para encontrar una salida a la profunda crisis que sufre este país centroamericano.Ortega se mostró solo, pero dispuesto a aferrarse a la violencia como única alternativa para mantener el control del poder.
Madalaine Caracas, estudiante de Comunicación de apenas 20 años, tomó el micrófono y uno a uno leyó frente suyo la lista de universitarios asesinados durante la dura represión ordenada por el mandatario en Nicaragua, que ha dejado cerca de 60 muertos. “¡Presente!”, gritaban los jóvenes.
Ortega intentó imponer en la apertura del diálogo temas económicos como la reforma a la Seguridad Social que desató en abril la crisis, pero los obispos no permitieron hablar a su delegado, el asesor económico Bayardo Arce, quien establecería la agenda del Ejecutivo, reseña El País.
Abelardo Mata, secretario de la Conferencia Episcopal, marcó el tono de la reunión al tomar la palabra y exigir al presidente que ordene el cese de la represión contra las protestas pacíficas que exigen su salida del poder y que “retirara la policía a sus cuarteles”. “Ha comenzado una revolución no armada”, dijo el obispo. “Si usted quiere desmontar esa revolución, no va a ser a fuerza de balas”, advirtió Mata.
“¡Asesinos, asesinos, asesinos! “Nosotros hemos puestos los muertos”. “Esta es una mesa para negociar su salida inmediata”. “Ríndanse”. Con esas palabras, los representantes de los universitarios encararon a Ortega y su esposa Rosario Murillo, durante la instalación del diálogo nacional. Según La Prensa de Nicaragua, la pareja presidencial llegó bajo un fuerte dispositivo de seguridad al seminario de Fátima en Managua, donde fueron recibidos por los Obispos de la Conferencia Episcopal, encabezados por el Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua.
Por primera vez en 11 años de mandato, Ortega daba la cara ante un centenar de personas que se plantaron en el diálogo con exigencias específicas para el mandatario, entre ellas la justicia para las víctimas de la violencia desatada por el Estado. Ortega llegó a la mesa seguro de que podría imponer una agenda que atrajera la atención del sector empresarial, con quienes durante más de una década ha mantenido una relación de “consenso”, tomando decisiones a puerta cerrada sobre temas claves para el desarrollo económico del país.
En esa relación, Ortega se hacía con el control del Estado, destruía las instituciones democráticas, acallaba las voces críticas y amenazaba a la sociedad civil, mientras daba concesiones que mantuvieran satisfechos a los empresarios.
Ese esquema se rompió en abril, tras la fuerte represión. Ortega afirmó el martes que su Gobierno quiere la paz. E hizo referencia a la masacre del Ejército israelí que abatió a tiros a 59 manifestantes palestinos esta semana, pero sin dedicar una palabra a la orden dada por su propio Ejecutivo para matar a quienes se protestaban pacíficamente en territorio nacional.
Según las denuncias de organizaciones de derechos humanos, se llegó a emplear francotiradores para abatir a los manifestantes. Entre las decenas de muertos se encuentran al menos 25 estudiantes, en su mayoría menores de 25 años. Muchos fallecieron tras recibir disparos en la cabeza y el cuello.
Ortega dijo, sin embargo, que quienes se manifiestan “aterrorizan” a los nicaragüenses y son culpables de los saqueos que se han registrado en varias partes del país y de las muertes de oficiales de la Policía. El mandatario aseguró que de la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI) —bastión de la resistencia estudiantil frente al régimen— “salen bandas de paramilitares”, utilizando el mismo término con el que la Iglesia se refirió a los grupos de choque del oficialismo. Ortega, al final, se negó a cesar la represión en Nicaragua.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
UTPL presenta el Análisis Económico de Ecuador para el Cesla
Transición en Siria: ¿Un gobierno de reconstrucción o de venganzas políticas?
“El consumidor muestra nuevas preferencias por opciones de alimentos más saludables”
Aumento del salario: Cara o cruz
La falta de respeto