La Cumbre de las Américas de Lima plasmó definitivamente el giro de la región hacia la ortodoxia económica, el final de la llamada era bolivariana, en la que los presidentes de izquierda muy críticos con Estados unidos protagonizaban estas citas, reseña El País. ¿Por qué? Apartado el venezolano Nicolás Maduro, la enorme mayoría de los líderes fueron durísimos con él y anunciaron que no reconocerán las elecciones de mayo.
Evo Morales, el gran resistente, se quedó solo con el canciller cubano, Bruno Rodríguez, en el apoyo cerrado a Maduro y las críticas al “imperialismo” de Estados Unidos.
La ausencia a última hora de Donald Trump y Raúl Castro eliminó la posibilidad de un cruce directo al máximo nivel entre los dos mundos antagónicos que conviven a pocos kilómetros en América. Pero ese combate ideológico, marcado por el acercamiento o rechazo total a EEUU, quedó muy patente en la Cumbre de las Américas, a la que sí acudieron casi todos los demás presidentes.
Uno tras otro, los presidentes de países hasta hace poco cercanos al eje bolivariano como Argentina o Brasil, y otros donde también ha habido un giro político aunque no tan radical, como Chile o Ecuador, mostraron el cambio total que está viviendo la región.
“Tenemos que redoblar esfuerzos para que el Gobierno de Venezuela acepte ayuda internacional en esta crisis humanitaria. Estamos hablando de corrupción y en Venezuela vemos adonde lleva un proceso de corrupción descontrolado. No hay democracia, hay presos políticos. Argentina va a desconocer cualquier elección que surja de un proceso de este tipo, eso no es una elección democrática”, dijo el argentino Mauricio Macri.
“Hemos acogido a decenas de miles de venezolanos, intentamos mandar remedios y alimentos y esa ayuda fue negada por el Gobierno venezolano. No hay espacio en nuestra región para alternativas a la democracia”, remató el brasileño Michel Temer.
“En Venezuela no hay democracia, hay presos políticos, las elecciones con partidos proscritos no son legítimas. Ayudemos al pueblo venezolano a recuperar la libertad”, insistió el chileno Sebastián Piñera. “Trabajamos para devolver la democracia a Venezuela, es inaceptable. Cualquiera que sea amigo de Venezuela debe pensar primero en el pueblo venezolano”, dijo el canadiense Justin Trudeau.
Los países grandes que ya estaban controlados por el centro derecha, como México o Colombia, remataron esa sensación de minoría en la que quedaba el boliviano Evo Morales. “Somos generosos con el pueblo venezolano pero seremos implacables con el régimen que tanto daño está haciendo. No reconoceremos los resultados de unas elecciones diseñadas para maquillar una dictadura. Es increíble que Maduro siga negando todo mientras el mundo ve como el pueblo venezolano se muere de hambre. El 15% de la población ha migrado, sobre todo a Colombia”, dijo el colombiano Juan Manuel Santos.
“México apoya la decisión de no invitar a Venezuela a esta cumbre”, insistió Enrique Peña Nieto.
Frente a esa oleada de golpes a Venezuela y países que se alinean con la posición de EEUU, cuyo vicepresidente, Mike Pence, llegó a Lima con la intención de reforzar el grupo que mantiene la presión internacional contra Maduro, le llegó el turno a Morales que, pese a su soledad, mantuvo con firmeza sus posiciones clásicas que hace pocos años estaban cerca de tener la mayoría en estas citas.
La cumbre estaba centrada en lucha contra la corrupción, y mientras todos los presidentes, incluidos algunos que como Temer está rodeado de escándalos que le afectan personalmente, prometían luchar contra ella, Morales les exigió que combatan el sistema capitalista, que en su opinión es el verdadero origen de esa corrupción.
“Si no eliminamos los paraísos fiscales, sin controles a las empresas transnacionales, si no se modifica el sistema financiero que promueve la acumulación de la riqueza, en tanto no suprimamos el secreto bancario, nada servirá. El capitalismo es el peor enemigo de la humanidad y del planeta. Antes utilizaban el pretexto de la lucha contra el comunismo, hoy pretenden usar la lucha contra la corrupción para derrocar gobiernos democráticos. Respeto al hermano Lula, no puede encarcelar la conciencia de un pueblo”, dijo.
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