Los paraguayos votaron este domingo para elegir presidente entre el candidato derechista Mario Abdo Benítez, proveniente de una familia vinculada a la dictadura de Alfredo Stroessner y favorito de las encuestas, y el liberal Efraín Alegre, a quien apoya una coalición de centro izquierda. Con el 45% de los votos escrutados, Abdo obtiene el 47,5% y Alegre el 42%.
Aunque no los mencionaban por sus nombres, los sondeos de boca de urna del diario de Asunción hasta las tres de la tarde daban como ganador a Abdo con el 52,6% de los votos. El diario La Nación de la capital paraguaya le daba 53,7%
Abdo Benítez, de 46 años, era el favorito de las encuestas con hasta 20 puntos de ventaja sobre Alegre. Para evitar dar los nombres de los candidatos, los medios paraguayos recurren a letras: El candidato “Y” o el candidato “X”.
En un ambiente de poco entusiasmo y movilizaciones, la jornada transcurrió sin incidentes. “Observamos una buena administración y hasta ahora todo transcurrió con tranquilidad. Vemos una gran participación ciudadana, lo que nos parece importante”, declaró a la prensa la jefa de la misión de supervisión de la Unión Europea, la rumana Renate Weber.
También la Organización de Estados Americanos desplegó una misión de observación electoral bajo el liderazgo de la expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla.
Los comicios también eligen 45 senadores, 80 diputados, 17 gobernadores y 18 miembros del Parlamento del Mercosur (Parlasur).
Paraguay, que salió de 35 años de dictadura en 1989, ha vivido bajo la hegemonía del partido Colorado durante los últimos 70 años, con la sola excepción del gobierno del ex obispo y ex presidente izquierdista Fernando Lugo (2008-2012), quien fue destituido en un juicio político un año antes de completar su mandato.
“Me he ganado credenciales democráticas en mi trayectoria política”, declaró Abdo Benítez al rechazar este domingo las críticas que recibe por la cercanía de su familia con Stroessner, de quien su padre fue secretario privado durante la dictadura.
“Marito”, como se le conoce popularmente, propone mantener la política económica del saliente presidente Horacio Cartes, basada en las exportaciones agrícolas, que le ha permitido a Paraguay crecer a un ritmo de 4% anual desde hace más de una década. También pretende llevar a cabo una reforma del Poder Judicial, que considera corrupto. Paraguay figura en el puesto 135 de corrupción, de una lista de 180 países elaborada por Transparencia Internacional.
Alegre, un abogado de 55 años que comenzó su actividad política en oposición a la dictadura, intentaba por segunda vez acceder a la presidencia. En las pasadas elecciones de 2013, en las que solamente tuvo el apoyo de su partido Liberal, perdió frente al actual mandatario.
Pero esta vez logró reeditar la coalición con el Frente Guasú (Frente Amplio) y otras agrupaciones de izquierda que en 2008 habían dado el triunfo a Lugo. Alegre prometía atacar la pobreza con un impulso a la economía familiar campesina, frente a los inmensos monocultivos de soja y de granos en general destinados a exportación. En su campaña prometió rebajar drásticamente la tarifa eléctrica para impulsar la inversión industrial para la generación de empleo.
Paraguay, un país rico en hidroelectricidad pero sin salida al mar, no logra reducir su índice de pobreza con la misma velocidad que crece su economía, en promedio 4% anual. La pobreza afecta a 26,4% de la población y la informalidad alcanza a 40% de la economía, según los especialistas.
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