En una calculada operación militar, Estados Unidos atacó en coordinación con Francia y el Reino Unido al régimen de Bachar al Asad por el empleo de gas cloro contra la población civil de Duma (Siria). según El País, la represalia contra centros de producción y almacenamiento de armas químicas sirios, evitó cuidadosamente el riesgo de escalada y aumentar la implicación en la cruenta guerra civil siria.
No hubo bajas estadounidenses ni rusas y supuestamente tampoco daños a la población civil. Todo quedó en una intervención quirúrgica pero también en una señal a Rusia, Irán e incluso Corea del Norte: EEUU, bajo el mando de Trump, no titubea, dispara, reseña El País. En Washington, el ataque, respaldado por demócratas y republicanos, fue considerado un triunfo. “Misión cumplida”, festejó el presidente en un tuit.
Trump ordenó el ataque a las cuatro de la madrugada del sábado en Damasco y desde el Mediterráneo oriental, el Golfo Pérsico y el Mar Rojo se puso en marcha la maquinaria de guerra. Bajo la cobertura de los bombarderos estratégicos B-1, la aviación aliada despegó y 105 misiles, en su mayoría Tomahawks, fueron disparados.
El principal blanco fue el centro de investigación de Barzah, en las afueras de Damasco. Considerado el núcleo de la producción de armas químicas sirias, sus tres edificios quedaron arrasados. También fueron golpeados un almacén y un puesto militar en Homs.
El alto mando estadounidense consideró la intervención “un completo éxito”. No hubo bajas estadounidenses ni rusas ni tampoco daños en la población civil siria. Y los 40 misiles lanzados por el régimen de Bachar El Asad no lograron, siempre según Washington, interferir el ataque. Según el Pentágono tardarán años en recuperarse. “Les hemos infligido un daño severo en su arsenal químico”.
La agresión química traspasó la línea roja establecida hace un año, cuando las tropas sirias atacaron Jan Sheijun. En aquella ocasión murieron 86 personas, entre ellas decenas de niños. Las imágenes de sus cuerpos fulminados por el tacto cruel del gas sarín, un legado de la era nazi, impactaron al mundo y activaron el olfato político de Trump. La represalia se puso inmediatamente en marcha. Pese a que Moscú y Damasco, al igual que ahora, negaron su participación en la matanza, Estados Unidos lanzó 59 misiles Tomahawk contra la base aérea de Shayrat (Homs).
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