La crisis en Venezuela no tiene precedentes en nuestro continente. En la actualidad, no se puede hablar de una recesión o crisis económica, es una verdadera crisis humanitaria como resultado de una destrucción del aparato productivo del país y un proceso hiperinflacionario. En consecuencia, Venezuela ha reportado un desabastecimiento generalizado de alimentos y medicamentos, un declive en su Producto Interno Bruto (PIB) y un éxodo de sus ciudadanos hacia otros países.
La crisis monetaria y cambiaria ha provocado que el bolívar pierda completamente su valor. Venezuela soporta una hiperinflación descomunal, que pulveriza el bolsillo de sus ciudadanos. El espiral inflacionario ha generado situaciones insólitas, como el hecho de que un cartón de huevos cueste mucho más que el salario mínimo.
El reciente incremento salarial del 58% y otro adicional del 67% en subsidios de alimentación deja la remuneración en 1.300.000 bolívares mensuales. Lo que correspondería a un aumento de $6,13 con respecto al actual tipo de cambio. Sin embargo, las reiteradas alzas salariales no alcanzan a cubrir el alto costo de la vida. Los salarios suben por una escalera mientras que la inflación va por las nubes. Según Ecoanalítica, una consultora venezolana, la inflación llegó a 2.874% durante el 2017, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha proyectado un incremento de precios de 13.000% en 2018.
El fenómeno hiperinflacionario es producto del excesivo gasto público del régimen de Maduro, el cual es financiado mediante emisiones inorgánicas del Banco Central de Venezuela (BCV). Existe una enorme cantidad de dinero que imprime el BCV. Según investigaciones del New York Times, la base monetaria aumentó desde aproximadamente 250 mil millones de bolívares en 2013 a 60 billones en 2018, es decir, se ha multiplicado la cantidad de dinero en 240 veces durante cinco años. Las emisiones del BCV han provocado una depreciación agresiva del bolívar y una hiperinflación intolerable para su población.
Actualmente, la economía venezolana no tiene entradas de divisas. Las exportaciones petroleras representan el 95% de las exportaciones totales. La industria petrolera está colapsada. De acuerdo al profesor Ricardo Hausmann, economista venezolano y actual director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, Venezuela exportaba 3 millones de barriles de petróleo diarios en 1956. Hoy en día, se exportan alrededor de 1,2 millones barriles de petróleo.
Adicionalmente, la destrucción del aparato productivo del país ha provocado la pérdida de 4 millones de empleos en el sector privado desde el 2013. Esta cifra coincide con el éxodo de 4 millones de venezolanos hacia otros países en búsqueda de oportunidades laborales.
El país acumula cuatro años consecutivos de retroceso en su PIB. Cifras del Banco Mundial revelan que en el 2015 la economía venezolana decreció en 8,2%, en el 2016 cayó 16% y en 2017 se redujo en 12%. El parlamento venezolano asegura que la economía se contrajo 13,2% en 2017.
Lamentablemente, las proyecciones económicas para este año siguen siendo negativas. De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la economía venezolana decrecería en 5,5% en 2018.
No será fácil corregir los desórdenes fiscales y monetarios que vive el país. Los procesos hiperinflacionarios tienen costos sociales elevados en la población, los cuales se agravan cada día para los ciudadanos venezolanos. Varios economistas han sugerido la dolarización como una solución a la crisis monetaria. Esta podría ser una salida, pero considero imposible su implementación mientras Maduro continúe en el poder, porque sería un candado para la impresión de dinero inorgánico.
Venezuela necesita reducir su dependencia del petróleo y diversificar su economía de una manera urgente. También requiere recuperar el aparato productivo destruido por políticas populistas. Para ello, es necesario estabilizar el tipo de cambio y la inflación, deteniendo las emisiones inorgánicas del BCV y reduciendo el gasto público. Después se debe promover seguridad jurídica y estabilidad tributaria, a fin de generar confianza que permita el regreso de la inversión privada local y extranjera al país.
Todos estos cambios no serán posibles mientras Maduro continúe en el poder. Por lo tanto, basado en los artículos 333 y 350 de la Constitución venezolana, la Asamblea Nacional tiene la posibilidad de destituir al régimen de Maduro y nombrar a un nuevo gobierno. Esta nueva administración debería contar con el respaldo de todos los gobiernos del continente para iniciar los cambios previamente señalados.
No es posible ocultar la crisis humanitaria en Venezuela, la cual es comparable a las secuelas que deja una guerra civil. También estamos llamados a exigir a todos los gobiernos de la región que retiren el apoyo al régimen de Maduro, para detener así el presente caos económico y social que vive Venezuela.
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