La propuesta de crear un bimonetarismo (de Jürgen Schuldt y Alberto Acosta) para que el Ecuador, aunque este dolarizado, pueda manejar su política monetaria a través del llamado dólar electrónico ecuatoriano (una variante del dólar estadounidense) en términos generales, solo dice que es posible regresar al país a un esquema con política fiscal y monetaria.
La idea es básicamente volver al sistema de antes de la dolarización, pero con la variante de una moneda electrónica, en un proceso que demoraría dos años. El objetivo sería que Ecuador vuelva a tener una política fiscal y monetaria, que también implicaría una nueva política de comercio exterior, y una especie de competencia entre el nuevo dólar electrónico ecuatoriano y el dólar americano.
Primero, es necesario ser muy cautos en el análisis:
Cuando se instituye la dolarización a fines de los noventa, el país no tenía otro mecanismo para salir de la crisis. La dolarización trajo un síntoma muy rescatado en cualquier política monetaria en el mundo, el de la confianza. Esa volvió a los agentes económicos y por eso el país tuvo un período bastante aceptable en términos de crecimiento económico, de mejora del crédito, entre 2000 y 2006, y en la fase del 2007 al 2016, incluido el pico en el ciclo económico del 2011, la dolarización ya se vio fortalecida.
Ahora, para apalancar la dolarización era necesario ir de la mano con el tema de las exportaciones y la inversión extranjera real. ¿Por qué? Porque al hablar en dólares, un país con las condiciones adecuadas podría atraer inversiones de cualquier lugar del mundo. El país debió haber trabajado en todo lo que es la expansión del crédito para apuntalar los sectores con ventaja competitiva tanto en los tradicionales como en los no tradicionales, especialmente en los no petroleros.
Cuando un país maneja bien los costos de producción no importa si otro país devalúa, si el dólar se vuelve más fuerte…, porque maneja adecuadamente la diversificación de las exportaciones y el fortalecimiento de las mismas para inyectar dólares a la economía.
La dolarización, en estos dos períodos, sin duda se vio beneficiada por aspectos externos como las remesas, los altos precios del petróleo…, como ahora se ve un poco afectada por no haber fortalecido el sector competitivo exportador. Así como en su momento hubo shocks externos positivos ahora hemos tenido que asistir a los shocks externos negativos.
Ahora, la propuesta para instalar un bimonetarismo parte de un principio simple: sacar el 10% de la masa de los sueldos y salarios que maneja el Gobierno. En política monetaria eso vendría a ser la base monetaria inicial, que luego tiene que ser expandible con los multiplicadores monetarios. Ahí juegan algunas variables de política monetaria que rescatan de otros autores a los que llaman heterodoxos, como los postkeynesianos.
Con esa pequeña base, y confiados en que si se manejan bien las cosas habrá confianza, comenzaría la expansión monetaria, pero aquí comienzan los peros. Los proponentes del bimonetarismo omiten o no profundizan en un tema trascendental, la política monetaria no puede estar divorciada de la fiscal.
Un país no puede adoptar solo medidas monetarias y dejar de lado lo fiscal. La solución no puede ser poner un plazo de dos años para que el mecanismo de la base monetaria pueda consolidarse solo sobre la base de que ese 10 por ciento de los salarios del sector público pagado en dinero electrónico va a ir incrementándose.
Lo que se hace, en términos coloquiales, es una bolita mucho más grande para permitir al Gobierno el manejo de la política monetaria, pero aquí hay otro tema que es importante. En Estados Unidos, por ejemplo, cuando suceden este tipo de expansiones o de emisiones de más dólares siempre se hace respaldada en los lingotes de oro que están en la Federal Reserve Bank.
El análisis del Economista Acosta debe profundizarse un poco más. No hay ningún cuadro numérico que indique cuánto es la propensión marginal del consumo por segmentos de la población.
Es decir, si el plan del dólar ecuatoriano es lograr una expansión con dinero electrónico sobre la base del 10 por ciento de salarios del sector público, eso debe estar respaldado por dólares constantes y sonantes, sino estaríamos ante una emisión inorgánica electrónica que va a conducir al país a nada.
Eso es como alguien que tiene una tarjeta de crédito con un cupo de 800 dólares consume todo su cupo, pero paga 600 dólares antes de que se cierre su estado de cuenta. Cuando llega el corte resulta que no debe pagar nada porque ya adelantó el pago, pero finalmente eso es una ilusión porque los 200 dólares que todavía no ha pagado los deberá pagar en el siguiente corte. En números está bien, pero en la realidad no tiene todo el cupo.
Por eso es importante conocer cuál es el respaldo del dólar ecuatoriano, porque si alguien gana en el sector público 100 dólares y solo va a recibir 90 dólares en efectivo y el resto en dinero electrónico esa persona debe estar segura de que los podrá utilizar libremente. Por eso más importante es el tema del respaldo que el de la velocidad con la que el dinero electrónico pueda circular, más rápido que la de los dólares físicos.
El principal riesgo para un proyecto bimonetario será siempre el de las expectativas racionales de los agentes económicos. Así como sucedió con los sucres cuando se transformaron en dólares. Pasó un tiempo hasta que la gente tuvo confianza en la dolarización. La gente ahora sabe que si tiene cien dólares en el banco, y no lleva efectivo sino su tarjeta de débito ninguna casa comercial le va a aceptar pagos por más de 100 dólares.
Pero el riesgo más grande es que si el país sale de la dolarización o se decide por una convivencia con una emisión electrónica y descuida la parte fiscal o sigue con los mismos problemas de política fiscal lo más probable es una subida de impuestos, especialmente los directos.
Los mismos proponentes de este tema dicen que la única forma de sostener al dólar ecuatoriano es apostar más a los impuestos de tipo directo. La propuesta, aunque esté puesta en términos monetarios, tiene una gran influencia en la política fiscal con un riesgo muy grande, el de una emisión digital inórganica.
Si el plan del dólar ecuatoriano es lograr una expansión con dinero electrónico sobre la base del 10 por ciento de salarios del sector público, eso debe estar respaldado por dólares constantes y sonantes, sino estaríamos ante una emisión inorgánica electrónica que va a conducir al país a nada.
No hay que satanizar que un país quiera tener su moneda propia; bien manejada, con una economía en pleno crecimiento, no en recesión, puede contribuir al desarrollo económico. Y eso se ha visto en países en vías de desarrollo y desarrollados; con su propia moneda han cuadrado sus cuentas de balanza de pagos, mantienen exportaciones boyantes, sus economías crecen sostenidamente, pero eso es viable cuando una economía está bien, en desarrollo y con las estructuras económicas sólidas.
Si no hay esas condiciones y yo tengo mi moneda propia puedo, como Gobierno, usando la política fiscal y monetaria más la de comercio exterior, devaluar mañana mi moneda frente a la moneda fuerte y con eso tengo un aparente crecimiento en exportaciones, pero estoy reduciendo el salario de la gente en términos de dólares frente a todo el mundo, es una competitividad irreal no basada en el mejoramiento de las estructuras productivo-exportadoras.
Un proyecto como ese, además, necesita fuertes incentivos. Se habla de una inyección de 900 millones en el primer año tomando en cuenta que la masa salarial del gobierno está en $9 mil millones. Pero ¿adónde van esos recursos?, ¿van a ser inyectados en la vena de la economía para la reactivación o van a ser destinados para sostener un gasto público expansivo?
Si esos recursos van a ser inyectados directamente a la economía para la reactivación del empleo, la generación de nuevas empresas, la reactivación del sector productivo…, bienvenidos sean, pero según la propuesta del dólar ecuatoriano todo lo que se podría recaudar en dólares físico será para seguir con una política fiscal expansiva.
Si toda esta propuesta del dólar ecuatoriano nos va a conducir a mantener el mismo modelo basado en una inversión pública fuerte, en un gasto público grande y no hay la reactivación olvidémonos de los años de recuperación.
La economía de un país funciona igual a la de una empresa. Cuando esta inicia un proyecto, sabe que los dos primeros años va a tener flujos en negativo hasta recuperar la inversión, pero luego con el mismo capital, dándole vuelta, con un manejo adecuado de costos y gastos puede empezar a tener una rentabilidad adecuada para sus proyectos.
El proyecto del bimonetarismo también deja a la empresa privada a un lado. No se habla de la reactivación productiva. Solo de dar recurso a las clases sociales para que pueden obtener beneficios. Es creer que eso es suficiente para acelerar el consumo.
Se habla de una inyección de 900 millones en el primer año tomando en cuenta que la masa salarial del gobierno está en $9 mil millones. Pero ¿adónde van esos recursos?, ¿van a ser inyectados en la vena de la economía para la reactivación o van a ser destinados para sostener un gasto público expansivo?
Ahí se olvidan de la propensión marginal del consumo que se puede ejemplificar con un caso simple. Si un jubilado que recibe una pensión mensual de 300 dólares y una tarjeta de crédito aprueba un cupo de 200 dólares en una casa comercial, primero, hasta llegar a los 500 dólares, ese jubilado va a consumir y pagar todo, porque cuando hay mayor propensión marginal del consumo, todo el aparato se reactiva.
El análisis del Economista Acosta debe profundizarse un poco más. No hay ningún cuadro numérico que indique cuánto es la propensión marginal del consumo por segmentos de la población.
Con esa propuesta está claro el qué pretenderían hacer para reemplazar al dólar físico por el dólar electrónico, pero no está claro el cómo, la estrategia, el detalle; haciendo una analogía puede existir la ley, pero debe ir acompañada del reglamento.
Ahí lo que se ha hecho es esbozar unas ideas académicas interesantes, una postura académica diferente a la ortodoxa con algunos datos interesantes para el análisis, pero faltan ciertas profundizaciones que nos indiquen qué va a suceder, cuál va a ser exactamente el mecanismo a seguir.
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