La suerte de Venezuela es totalmente incierta. ¿A dónde va? La especie de indiferencia de la comunidad internacional ha sido espantosa, tal vez porque sus países vecinos han sido los principales aliados de un modelo basado en los petrodólares. Un modelo que solo se podía sostener en los commodities, como había apuntado en este portal, Pablo Beltrán, de la Universidad San Francisco de Quito.
Francisco Huerta Montalvo, de la Universidad Casa Grande, puntualizaba que el chavismo, ese modelo que se hizo llamar Socialismo del siglo XXI en Venezuela, se había quitado la máscara para mostrar el rostro más feo de la dictadura.
El rostro más feo de la dictadura es ese que no duda en armar una parte de la población para reprimir a los que no están de acuerdo con un modelo concentrador; que no alcanza a distinguir entre partido o movimiento político y gobierno; que desconoce la independencia de poderes; que cree en el poder único; que cree, como en las monarquías, que el poder se hereda…
Es difícil saber hacía dónde irá Venezuela. O hacía dónde va.
Hay muchos análisis sobre esa realidad. Pero está claro que es una bomba de tiempo en América Latina. Sostener el poder a punta de fusil es imposible a menos que la intención sea desangrar un país. La primavera árabe se rebeló contra eso.
La primavera árabe fue una mecha que se encendió en un país para reclamar libertades y derechos. Y es tan sencillo apagar esa mecha, bastaría con que el gobierno de Nicolás Maduro llamara a elecciones, como permite su Constitución, pero con un Consejo Nacional Electoral en el que al menos no esté Tibisay Lucena.
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