Uno de los temas más importantes que el país espera escuchar de los candidatos a la Presidencia de la República, Lenín Moreno y Guillermo Lasso, en un debate cara a cara es el relacionado con el de la generación de empleo: ¿cómo van a generar nuevas plazas de trabajo?, ¿cómo van a impulsar el crecimiento económico del país para crear nuevos empleos? Es claro que si no tenemos crecimiento económico no hay desarrollo. Son temas relacionados también con la parte impositiva y proyectos muy promocionados como las leyes de la Plusvalía y la Herencia.
Pero el tema económico debe ir a la par del social, por ello es imprescindible conocer qué va a pasar con los programas sociales del actual Gobierno. ¿Se van a reajustar o van a permanecer intactos los planes relacionados con la salud, la vivienda y la educación?
Hay otras preocupaciones en el electorado que no deberían salir de la agenda de un debate entre aspirantes a la Presidencia y es el de las leyes penales relacionadas con el consumo de drogas y la Ley de Comunicación, la libertad de prensa que ha estado en el escenario público mucho tiempo.
El debate o diálogo es muy importante, porque se produciría en un momento de difusión de encuestas muy dispares, en una gana uno, en otra saca ventaja el otro candidato con una gran diferencia. Pero desde la ciudadanía es fácilmente perceptible que la elección del Presidente de la República, el 2 de abril, va a ser muy apretada, algo que se ha convertido en un fenómeno no solo latinoamericano.
En Perú, por ejemplo, se daba por descontado el triunfo de Keiko Fujimori, sin embargo Pedro Pablo Kuczynski ganó con el 51,49 por ciento de los votos. En Colombia, cuando fue el referendo por la paz, todo apuntaba a que triunfaba el Sí, pero finalmente ganó el No. En Estados Unidos Hillary Clinton parecía una segura ganadora, pero terminó ganando Donald Trump.
Si bien una encuesta es una cuestión técnica no significa que sea a prueba de errores, no por la encuesta en sí, sino porque talvez el universo de los encuestados no fue el mejor. Es un tema no tan relacionado con las encuestadoras, sino más con los electores.
En esta elección particular se ha visto a gente cambiar de opinión de una semana a otra y eso lógicamente afecta a cualquier encuesta. Si alguien una semana dijo voy a votar por X candidato, la siguiente semana puede decir no, voy a votar por el candidato B. Y es porque cada semana el votante tiene nueva información o le seduce alguna oferta de campaña que lo hace repensar el voto.
Es como en el marketing. Un vendedor solo sabe que el cliente va a comprar un producto cuando este se ha puesto frente a la percha, porque seguramente ahí se acordó de por qué buscaba ese producto y por qué lo va a comprar, es decir, el momento de la verdad: la decisión.
En otros países hay una encuesta llamada de último momento que se la hace un día antes de las elecciones para tener un sondeo más preciso. Pero en este proceso electoral fue acertado no permitir la difusión de sondeos antes del día de las elecciones para no influenciar en un electorado tan voluble.
En todo caso, el anuncio del debate o diálogo ha dado cierto alivio al electorado, porque parecía que ese encuentro entre los dos candidatos nunca se iba a producir. Por eso es de esperar que los dos estén a enmarcados en el momento histórico que vive Ecuador, al igual que sus asesores, para dar respuestas claras a las grandes preguntas del país.
El debate debería estar a la altura de dos personas que quieren llegar a la Presidencia de la República. Sería lamentable que ese espacio se convirtiera en una pelea de barrio. O en un intercambio de agresiones.
Luego del debate, de seguro las posiciones por X o Y candidato van a estar definidas, porque nuestro electorado siempre quiere un ganador. Pero a lo mejor ese día no hay ni un ganador ni un perdedor; a lo mejor los dos se portan a la altura de las circunstancias y quién quita que tengamos un debate espectacular e inolvidable.
El debate, eso sí, ayudará a los que ya estamos convencidos por un candidato a convencernos más y a los indecisos a decantarse por una u otro propuesta. A los candidatos les ayudará también a tener un mejor panorama de cuál va a ser el comportamiento del votante con la ayuda de sus encuestas privadas.
Ese encuentro sí va a marcar un antes y un después en el electorado, porque lo peor que podría pasar en la elección del 2 de abril sería votar nulo o blanco. Hay que votar por uno de los dos candidatos.
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