Según la agencia Associated Press, la ola por los escándalos de los sobornos de la constructora brasileña Odebrecht en 12 países, incluido Ecuador, recièn se comenzará a levantar esta semana.
“El viernes es el último momento de calma antes de la crisis política que viene y que se va a prolongar por varios meses -dijo a esa agencia el sociólogo y autor político Alberto Almeida, del Instituto Análise-. Y es un momento muy malo para la credibilidad política, que en Brasil nunca fue muy alta”.
Recelo, inquietud, parálisis, son palabras que usan los políticos brasileños y sus asesores para describir las horas previas a la nueva ola de investigaciones sobre corrupción que se avecina, basadas en la confesión de exejecutivos de Odebrecht.
Son cerca de 900 testimonios judiciales que sobrevuelan al gobierno conservador del presidente Michel Temer, que busca impulsar una espinosa reforma de las jubilaciones ante un Congreso que concentra su atención en distintas iniciativas para amnistiar delitos ligados a la financiación de campañas.
“Ya tuvimos grandes escándalos, pero todos se resolvieron dentro del mundo político. Ahora hay un conflicto entre el mundo político y el poder judicial y esa posibilidad ya no existe”, ha dicho a la agencia Almeida.
Esto luego de que el Supremo Tribunal Federal (STF) aceptó la semana pasada juzgar al senador Valdir Raupp, hombre fuerte del partido de Temer, por entender que había indicios de ilegalidad en el origen de unas donaciones registradas.
Con ese fallo, la corte suprema extendió las sospechas sobre la llamada “Caja 2”, dinero no declarado para financiar actividad política, hacia la “Caja 1”, donde se contabilizan las donaciones legales.
Ahora nada está fuera del escrutinio de la Operación Lava Jato, sobre los sobornos en Petrobras, o de alguna investigación conexa. Un asesor parlamentario que conoce el caso Raupp dijo que “la decisión del STF dejó al mundo político estremecido”.
La admisión de Odebrecht de que entregó cientos de millones de dólares en sobornos a políticos, dentro y fuera de Brasil, es una espada de Damocles que amenaza con la cárcel a numerosos políticos y tiene además potencial para anular el resultado de la elección presidencial de 2014, ganada por Rousseff-Temer.
La Operación Lava Jato (lavadero de autos) destapó una trama de corrupción en la estatal Petrobras, expoliada por políticos y constructoras para financiar campañas. Los desvíos de fondos públicos superaron los 2.000 millones de dólares.
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