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El hijo de Nicolás Maduro y Odebrecht

Juan Tibanlombo (+)
Dialoguemos EC
viernes, marzo 10, 2017
Todos los cargos públicos que Nicolás Ernesto Maduro Guerra ha ocupado han sido elegidos por su padre, Nicolás Maduro. El último, titular de la Dirección General de Delegaciones e Instrucciones Presidenciales de la Vicepresidencia.
Tiempo de lectura: 2 minutos

En realidad nada debería sorprender en los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI convertidos en especies de monarquías hereditarias, donde el poder no se cede en elecciones democráticas sino que se lo hereda.

Es el poder que Fidel Castro heredó a su hermano Raúl Castro; el que Hugo Chávez, antes de morir, heredó a Nicolás Maduro; el que Nicolás Kirchner heredó a su esposa Cristina Kirchner; el que Lula Da Silva heredó a su pupila Dilma Rousseff; el que Daniel Ortega pretende heredar a su esposa, Rosario Murillo.

En el primer caso fue una simple sucesión, en los otros casos hubo la ficción de las elecciones libres y democráticas con campañas con todo el dinero y el peso del Estado a favor de los ungidos. Con el uso del dinero público a favor de un solo candidato.

Pues ahora parece que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no solo está convencido de que no dejará el poder sino que pone a su hijo en los cargos públicos más visibles. ¿Por qué? ¿Otra sucesión se prepara en América Latina?

Nicolás Ernesto Maduro Guerra, de 27 años, hijo del presidente venezolano, ha sido designado responsable de supervisar la situación actual de todas las obras vinculadas a la empresa Odebrecht en Venezuela. La misma empresa brasileña acusada de haber pagado millonarios sobornos en ese país, al igual que en otra decena países, incluido Ecuador, a cambio de favores para obtener contratos de obra pública.

Todos los cargos públicos que Nicolás Ernesto Maduro Guerra ha ocupado han sido elegidos por su padre, Nicolás Maduro. El último, titular de la Dirección General de Delegaciones e Instrucciones Presidenciales de la Vicepresidencia.

Ya nada avergüenza, todo parece normal. Llegaron al poder una vez con la firme idea de no marcharse jamás; con la firme idea de que son parte de una dinastía destinada a gobernar vidas y mentes de personas a nombre de que representan al pueblo, a sabiendas de que en muchos casos ni siquiera se representan a sí mismos.

La imagen del hijo de Maduro recorriendo las obras vinculadas a Odebrecht hace imaginar a una Corea del Norte haciendo maletas para mudarse a América del Sur.

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