En tiempos de Odebrecht y sobornos en la Refinería de Esmeraldas bien vale la pena preguntarse, ¿adónde fue todo el dinero de la deuda externa contraída en los últimos diez años? El gobierno ha argumentado que está en los hospitales, carreteras, hidroeléctricas. (…) Obra pública que está a los ojos de todos, ¿pero esas obras no fueron fácilmente financiables con un precio del petróleo de más de cien dólares el barril?
Es bastante difícil saber hasta qué punto el Gobierno necesitaba un endeudamiento tan acelerado y abundante para lo cual ha hecho recálculos y modificado reglas que le permitan bajar, al menos en el papel, el peso de la deuda en el PIB. Dejar de considerar la deuda pública como deuda, por ejemplo, porque es deuda entre instituciones del Estado.
Lo cierto es que no queda espacio para las lamentaciones. El nuevo gobierno, sea de la tendencia que sea, va a heredar un fardo muy pesado. Entre tantas promesas de campaña poco se ha abordado este tema, como recuerda Modesto Correa de la Universidad Casa Grande, y peor aún se ha discutido la estrategia ambiental ni las propuestas para que Ecuador camine a un futuro de energías limpias y tecnología verde, un futuro muy rentable que ayudaría al país a dejar de depender del petróleo y la minería a gran escala, según la reflexión de Melanie Valencia, de la Universidad San Francisco de Quito.
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