Una de las cosas más llamativas en el debate de los siete candidatos a la Presidencia de la República, en la Cámara de Comercio de Guayaquil (al que no asistió el del oficialismo, Lenin Moreno), fue ver cómo la clase política ecuatoriana ha madurado, aunque quedan pocas secuelas de inmadurez aún.
En lo de fondo, fue un debate más para conocer los objetivos de cada candidato. En algunas preguntas y en algunas intervenciones faltó argumentar la estrategia; es decir, el cómo los aspirantes a la Presidencia lograrán cumplir sus promesas.
La impresión general en sí fue buena, pero me hubiera gustado escuchar mayores argumentaciones en algunos temas, algo que tal vez no se consiguió por el formato. Sin embargo, en el minuto y medio que tenía cada uno sí podrían tal vez haber profundizado la idea central de cada plan de trabajo.
Ahora, desde el punto de vista de la estrategia de comunicación de los candidatos, cada uno llegó a transmitir algo. Eso se pudo evidenciar desde la forma cómo fueron vestidos con la idea de tratar de llegar a un público objetivo.
El candidato Iván Espinel, por ejemplo, se presentó sin leva, solo con corbata, para transmitir juventud. En sus intervenciones, sin embargo, parecía no estar en un debate de aspirantes a la Presidencia de la República.
La estrategia de ataca para ver cómo te va la aplicó Cynthia Viteri durante la mayor parte de sus intervenciones. Prácticamente se centró en los cuestionamientos a Guillermo Lasso y terminó por convertir al candidato de CREO en el protagonista de la noche.
En términos generales, se puede decir que en cada tema hubo un protagonista; en la parte política, por ejemplo, Dalo Bucaram utilizó perfectamente la vivencia de su padre, porque supo cómo manejarse ante las cámaras y destacó la forma cómo cerró el debate cuando se abordaron los temas de corrupción.
Cada candidato se fue posicionando durante cada una de sus intervenciones, según lo acalorado que se ponía el debate. Por ejemplo, Patricio Zuquilanda dio un buen ejemplo cuando dijo que deberíamos unirnos. Cada uno fue ganando protagonismo de a poco, según las preguntas planteadas.
Pero un hecho que sí quedó en evidencia es que ahora estamos ante un escenario electoral en el que todos los ecuatorianos vamos a votar con un raciocinio económico y el voto económico es el que va a preponderar. Eso significa que el voto será para quién creamos va a poder mejorar la economía del país.
Esa fue una de las razones por las que el debate se abrió con una cuestión importante que es la del empleo. Ahí los candidatos debieron aprovechar para ahondar en determinados puntos. Todos volvieron a hablar de la flexibilidad laboral, cuando conocemos que esa política en el país tuvo sus pros y sus contras con las famosas empresas tercerizadoras. Eso fue un caos.
La crisis de la economía ecuatoriana es algo bastante coyuntural, de ahí las coincidencias de los candidatos en cuanto al diagnóstico y detección de los problemas, pero desde la visión de cada uno. Por ejemplo, Guillermo Lasso habló del emprendimiento y de cómo pensaba impulsarlo, con la devolución de los impuestos, con su plan del primer emprendimiento. Es decir, Lasso buscará crear empleos directos y a la vez promover el emprendimiento para llegar a consolidar su promesa de abrir un millón de plazas de trabajo en sus cuatro años de mandato.
Los otros candidatos cuando hablaron de cuestiones macroeconómicas delinearon ciertos aspectos que apuntaban a resolver problemas similares.
Todos sabemos que la enfermedad del Ecuador en el momento actual es el empleo. Por eso hubo puntos de coincidencia entre todos los candidatos. Ahora, cómo vamos a hacer para sacar al Ecuador de esta recesión que ha generado desempleo, ahí la visión de cada candidato fue distinta. En cada intervención se dejó claro que el país si atraviesa una crisis económica. Eso está clarísimo. Es un tema que no se puede ocultar.
De ahí que todos los candidatos mostraron estar conscientes de que hay que salir de la recesión y la única forma de hacerlo es promoviendo el empleo y, lógicamente, reduciendo el tamaño del Estado. Todos coincidieron en que el Estado ahora es muy grande y que al sector que le corresponde empujar la reactivación de la economía es el privado.
El tema de los impuestos y la necesidad de reducir impuestos fue otro tema de coincidencia, pero todavía hay que ver cómo queda la Caja Fiscal porque si se van a reducir impuestos será necesario tener otra fuente de ingresos para cubrir el déficit que deje una medida como esa. La clave ahí va a ser la inversión extranjera directa y los candidatos debieron explicar cómo van a abrir el Ecuador al mundo para que esa inversión llegue.
En el debate sí faltó la otra parte del rostro de la economía que es la parte social. Qué va a pasar con el tema de la educación, con la salud; nada se dijo sobre la continuidad o no de los programas sociales del actual Gobierno, cómo se van a mantener, en caso de apuntar a eso. Con qué dinero. Faltaron muchas más preguntas en ese sentido.
Pero para eso son los debates, es un cruce de ideas y propuestas; luego esas ideas y propuestas debieran ser transformadas en objetivos para luego convertirse en estrategias.
El debate debió haber abordado muchas más cuestiones económicas y sociales, pero el formato no daba. Eso, sin embargo, nos obliga a los ciudadanos, a los votantes y los no votantes a revisar a profundidad los planes de trabajo de cada uno de los candidatos antes de ir a las urnas.
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