Una exposición en el MAAC de Guayaquil tuvo como tema “La fecundidad de la incertidumbre”. Se espera que sólo de ésta puede salir un arte auténtico, uno que no se oriente por el comercio. La curadora de la exposición cree que los artistas deben tomar partido por los asuntos políticos, culturales y artísticos.
Ciertamente que vivimos en tiempos de incertidumbre. ¿Acaso el mundo del mercado, del comercio global, de la ciencia, no es también un mundo de incertidumbre? Paradójicamente tomar partido, cuando eso quiere decir Un Partido, acaba con la incertidumbre e instala, no el arte, sino la propaganda. Casi un siglo de esfuerzos socialistas para eliminar el capitalismo sólo produjo un capitalismo de estado salvaje. Hoy el estatismo que vemos sobrevivir es el capitalismo protegido de los parientes, amigos y donantes.
Fredric Jameson escribe que la caída de la sublimación marxista – la totalización de los conflictos múltiples en una sólo fórmula, la lucha de clases- nos devuelve a la proliferación: étnica, tribal, racial, religiosa, nacionalista, etc. Ya no se puede celebrar, como hizo Marx, una masacre de civiles “occidentales” a manos de unos pueblos colonizados, que sin saberlo, estaban contribuyendo a la revolución proletaria.
Negri, visionario, cree que un magma formado por una multitud de causas rebeldes nos conducirá, espontánea e intrínsecamente, a la emancipación. El fallecido Laclau, más práctico, especifica que se necesita un liderazgo, una estrategia y, por supuesto, una organización. Pero desde hace dos o tres décadas se ha perfilado otra ruta para salir del nihilismo que angustia y deprime a los sujetos de la posmodernidad. Se trata de la religión.
Jacques Lacan, estrictamente freudiano, habla de las religiones como estructuras obsesivas. Pero en tanto no hay un sentido único como causa de partida resulta que el discurso de un obsesivo no tiene el mismo sentido que el de otro obsesivo. Por eso hay guerra de religiones (ver Lacan, Introducción a los Escritos en alemán ). Cada religión es una promesa de revelación de la causa postergada para el final. Esa causa está envuelta en el misterio, indecible, incognoscible. Sólo nos queda ese presentimiento que es la fe.
Hay un atractivo irresistible en el sacrificio cuando el sujeto supone un Dios oscuro que quiere que se le ofrende lo más preciado como objeto de amor (Lacan, Seminario 11). La concepción marxista sólo sabe de los objetos de la necesidad material, que pretende someterlos a una distribución planificada. El ideal capitalista es encontrar el modo de alimentar la demanda del sujeto con objetos-mercancías, desconociendo la dimensión del deseo. La religión, en su manifestación extrema, purifica el deseo y obtiene el deseo de muerte.
El 11 de Septiembre del 2001 nos sacó del bío-ritmo de adormideras y estimulantes. A partir de entonces nos embriaga otro cóctel, hecho de terror , fascinación y rabia. Ya no se trata del choque de las clases, sino algo que se puede describir como choque de civilizaciones, según lo llama Samuel Huntington. Un idioma, un territorio y fundamentalmente una religión es lo que caracteriza una civilización. Robert Kagan sostiene que la rivalidad de las potencias -cada época tiene, inevitablemente, las suyas- , y la lucha por establecer un tipo de régimen – liberal democrático opuesto al estatismo- anudan su racionalidad política con guerras religiosas absolutas y terminales. El régimen teocrático de Irán y su brazo armado libanés, Hezbollá, amenazan abiertamente con borrar del mapa a Israel en el plazo de dos décadas.
Este año 2016 concluye con atentados y guerra. En nuestra región el acuerdo del gobierno de Colombia con las FARC hace que éstas cambien de estrategia pero no de objetivos. El populismo que los guerrilleros colombianos van a ensayar ha traído los resultados que vemos en la muy sufrida Venezuela. Tendremos una pausa en lo militar y el inicio del AGIT-PROP (agitación y propaganda) de las ofertas electorales. La democracia liberal se tendrá que sostener con inteligencia y valor ante la demagogia. Por otro lado hay que estar atentos a las articulaciones venideras de los conflictos latinoamericanos con las guerras religiosas en curso. Hay fracciones de la izquierda internacional que hacen sus apuestas por las alianzas con el islamismo radical, en tanto lo suponen “antiimperialista”, es decir antinorteamericano. Borran un “capitulo de su historia” como diría Lacan: Khomeini liquidó y desterró a la izquierda iraní en los años 80.
Efectivamente podemos decir que la violencia en el mundo de hoy se ha resignificado. El islamismo yihadista, tanto el sunita como el chiita (acusado de atentados mortíferos antijudíos en Buenos Aires, entre otros ), quiere depurar el deseo limpiándolo de la obscenidad imaginaria que prolifera en el “Occidente” infiel y apóstata. Esa basura retorna en la fantasía postmorten del paraíso con las 72 vírgenes. La convivencia multicultural en Europa está a punto de estallar. El odio sectario del Estado Islámico y Al Qaeda (ambos de confesión sunita) encuentra, en las comunidades musulmanas, sujetos y grupos dispuestos a masacrar. Quieren provocar una reacción que conduzca a un escenario apocalíptico. Lo empiezan a lograr.
Ninguna religión puede decir toda la verdad, porque, como dice Lacan, faltan las palabras. Un real impenetrable se convierte en el reducto de donde manan los sentidos religiosos como consuelos temporales y promesas para el sujeto. Siempre hay los que no pueden soportar la vida- único mandato que reconocía Freud- y que se precipitan, asesinos y suicidas, a unirse con la causa final.
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