OCURRIÓ HACE UN MES Y FUE PUBLICADO EN DIARIO EL PAÍS. Leonard Cohen se mueve como flotando, con traje negro, camisa gris y sombrero borsalino. Cuando se acerca al micrófono para contestar preguntas, esa voz cavernosa y a la vez cálida y reconfortante inunda la sala. Su nuevo disco, You want it darker, acaba de sonar para la prensa internacional. Era octubre, hace un mes. Habla de amor, de despedida, del final de algo. Su música vuelve a lograr esa sensación envolvente, un vehículo para que el viejo sabio canadiense recite sus poemas. En la portada aparece Cohen con ese traje y ese sombrero, gafas de sol, asomado a una ventana como si estuviera de viaje y fumando. Un momento, ¿no había dejado de fumar? “Hay personas de las que no te puedes fiar”, responde.
Cohen enseñó su nuevo trabajo este jueves por la noche en la residencia del cónsul de Canadá en Los Ángeles, California. En las últimas horas todo alrededor de este álbum tiene aroma a despedida de un hombre de 82 años con las fuerzas mermadas, aunque en plenas facultades artísticas. En una larga entrevista en la revista The New Yorker, publicada el día antes, Cohen ha impresionado a sus fans diciendo: “Estoy preparado para morir”. En la canción que da nombre al disco canta: “Hineni, Hineni (aquí estoy, en hebreo) / Estoy listo, Señor”. Así que la primera pregunta es sobre su salud. “Dije que estaba dispuesto a morir. Creo que estaba exagerando. Me propongo vivir para siempre”.
“Suelo decir que si supiera de dónde salen las buenas canciones, iría allí más a menudo”, contesta Cohen cuando se le pregunta por su rutina creativa.
Los poemas de You want it darker vuelven a estar llenos de referencias religiosas, algo habitual en la música de Cohen. Dios es un personaje tan presente en sus canciones como sus amantes. Pero es solo una referencia cultural, explica. “Nunca me he visto como una persona religiosa, no tengo una estrategia espiritual. Ocasionalmente, siento la gracia de otra presencia en mi vida, pero no le doy una estructura espiritual. Este es el vocabulario con el que crecí. El paisaje bíblico me es muy familiar y es normal que utilice esos puntos como referencias. En un tiempo fueron referencias universales y todo el mundo lo entendía y lo repetía. Ya no es así. Pero sigue siendo mi paisaje. Intento asegurarme de que esas referencias no sean demasiado extrañas”.
Cohen pertenece, como Dylan, a una generación que está desapareciendo después de cambiar el mundo e influir sobre la cultura durante medio siglo.
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