El presidente Rafael Correa ha firmado el Decreto 1218 con el que la deuda pública que estaba en el 38,4%, muy cerca del techo del 40% del PIB que permite la Ley, para dejarla en un 26,7%. El Decreto lo único que hace es reformar el reglamento general del Código Orgánico de Planificación y Finanzas Públicas.
El cálculo de la deuda, a partir de este Decreto, se realizará sobre la base de los estados consolidados de deuda pública y no sobre los estados de deuda agregada, lo que excluye las obligaciones entre instituciones del sector público, por ser parte del mismo Estado. Si yo le debo dinero a un familiar, esa deuda no se contabiliza porque somos de la misma familia.
En sencillo, no se ha pagado deuda, solo se ha dejado de contabilizar las obligaciones existentes entre entidades del Estado: IESS-Ministerio de Finanzas, Banco Central-Ministerio de Finanzas, CFN-Ministerio de Finanzas. Lo que el Decreto ahora permite al Gobierno es un mayor margen para endeudarse. ¿Con quién?
Es difícil saberlo, el Gobierno ha colocado deuda en el mercado internacional con tasas superiores al 10% en los últimos meses. China es un eterno comprometido, pero cada vez más reacio a entregar dinero. El compromiso para la Refinería del Pacífico ha quedado en eso y es entendible. Los bajos precios del petróleo hacen de ese proyecto un negocio no tan atractivo.
El problema no está en endeudarse más, todo el mundo se endeuda en tiempos de vacas flacas, la verdadera encrucijada estaría en que la nueva deuda no alcance para llevar un acelerado ritmo de gastos, porque los dólares que entran son como el agua regada a cuentagotas en un vaso, pero ¿qué pasa si ese vaso tiene demasiados agujeros en el fondo?
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