El vino, si bien es cierto que es una bebida alcohólica, se la utiliza en una reunión social, se la bebe en una cita de negocios y muchas veces es parte del entorno cultural, de la vida del empresario, de la vida de una sociedad en sí. El vino es el elemento que marida o que combina los alimentos de una manera idónea, mucho más que cualquier otra bebida; porque hay una diversidad muy amplia de cepas y de tipos de vino.
Ecuador produce esta bebida en menos medida que otros países como Estados Unidos, Francia, España, Italia, Alemania… todos son potencias en producción y en consumo de vino. De ahí que, normalmente se tejen relaciones de negocios en el mundo empresarial. En un mundo globalizado como el de hoy, probablemente, muchas personas consideran que lo más importante es conocer los números o la enseñanza de cómo manejar un plan de negocios o cómo ser un emprendedor. Esto es maravilloso y está perfecto, pero como un complemento es importante que los empresarios sepan ciertos aspectos de la cultura de la gente con la que negocian; entre ellos conocer sus hábitos, saber cómo les gusta que le saluden, cómo les gusta que se comporten, etc.
Precisamente ahí el vino se convierte en un aliado específico y muy especial para tener un valor agregado, sin embargo su consumo en Ecuador es ínfimo, pero desde hace 10 años ha ido escalando. Hay nuevos importadores, nuevas marcas que están llegando al mercado y a pesar de la situación económica actual es más fácil acceder a esta bebida que resulta ser costosa según la calidad que se busque. Por ello es importante que se tengan ese conocimiento y que desde las aulas se observen nuevas maneras de llegar a los empresarios.
Como catedrático del área de Comercio Internacional-Negocios Internacionales y con unos 15 años de experiencia en temas del vino, planteo que es necesario que se conozca que la economía y los negocios van mucho más allá de papeles y números, tiene que ver con la vida diaria en sí y las estrategias están a la mano. En ese sentido –planteo- que los empresarios deben tener un amplio conocimiento en la mesa. Deben saber ofrecer un vino. En una cena de negocios -no necesariamente con personas del exterior- se empieza por ofrecer un buen vino. De hecho, si un empresario se encuentra con alguien que no maneja el tema de vino, le puede ofrecer una bebida y eso ya es un plus. Ahí la comida se hace amena, pues el vino denota intelectualidad, se da a entender que se están hablando cosas importantes. Pues, es una bebida producto de la vid, permite admirar aromas, saber si fue o no criado en barrica… esas cosas se las puede comentar. Se vuelve mucho más interesante, más aún si se está en etapa de negociación. Sirve además para romper ese silencio incómodo que va más allá de los temas a acordar.
Por ejemplo, la cultura china es muy complicada para negociar, es gente que le gusta cerrar los negocios en la mesa; eso invita a conocerse un poco más y el vino le da esa cercanía. Ahí el empresario se siente en confianza, de hecho, China se ha convertido en uno de los grandes productores y consumidores de vino en el mundo. Precisamente ahí se observa que un país que es tan complicado por su cultura puede entablar negocios que se sellan en la mesa. Ese es el plus del empresario: conocer de vino.
Con esto se rompe el paradigma y más ahora que el país se encuentra en etapa de rupturas académicas. Los negocios son un tema que ocurren en la vida diaria y ya no se trata solo de llevar las carpetas llenas de hojas que requieren una firma; sino que es ir un poco más allá, conocer al cliente y tener un espacio ameno de interacción en el que los dos ganen.
Con el tema del vino, ya hay instituciones preocupadas por generar espacios que capten la atención, por ejemplo en Quito nació el tema de la Cofradía. Hace 30 años en el mercado existían cuatro marcas. Ahora se volvió un tema socio-económico cultural. Hace 20 años el consumo fue avanzando, 10 años más tarde entraron las instituciones que han tratado de promover la cultura del vino. Ahora hay una cantidad determinada de marcas chilenas, argentinas, europeas y aun así no es suficiente, por una razón económica que ha complicado a los importadores financiar y hacer grandes inversiones en temas de importación de esta bebida. Un vino que en Europa cuesta unos 10 euros (USD 12), en Ecuador podría costar entre USD 25 y USD 35, en el mejor de los casos. Pero, aún así la gente hace esfuerzos y trata de hacer promociones para vincular el vino con la vida cotidiana. En Ecuador desde hace cinco años atrás se está integrando el vino con la sociedad, con los negocios y con la gente.
Quizá la pregunta inmediata que surge es ¿por qué el vino y no otra bebida?, pues a pesar de que el vino no es la bebida más consumida en el mundo -está como en el tercero o cuarto lugar- tiene una particularidad: se acompaña como todo tipo de comida. Además, cuando hay una celebración se brinda vino, se da de regalo, se la acompaña en la comida… precisamente ahí la gente no dice: “deme un whisky 12 años para maridar este plato”. Lo qué sí puede servir es como un aperitivo o un bajativo, pero nada más; definitivamente para la comida el vino queda perfecto.
En el mundo hay aproximadamente unas 4.000 cepas de vino y 800 tipos con los que mas embotellan las bodegas; entonces hay variedad que permite encontrar los más idóneos maridajes, y que muchas veces parecen difíciles o imposibles.
Maridaje entre vinos y comida nada está escrito en piedra, debemos poner a prueba nuestros sentidos, nuestro gusto y saber que combinación nos hace más felices.
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