DPA. Jason Bourne es la demostración palpable del apetito voraz que existe por las películas de acción al estilo James Bond, con ingredientes como el suspense y las tramas de espionaje que impulsaron su éxito en las cuatro entregas anteriores y que ahora desembocan en la quinta.
También significa la vuelta de Matt Damon a uno de los personajes que le han dado más popularidad, 14 años después de empezar a explorar a un asesino a sueldo de la CIA que pierde la memoria y que trata desesperadamente de recordar quién es y de dónde viene.
En esta ocasión, un Bourne mucho más maduro regresa siete años después, tras su desaparición al final de la última entrega, “The Bourne Ultimatum”. Su retorno viene marcado por un panorama de inestabilidad a nivel internacional, con revueltas en varias partes del mundo y crisis financieras azotando el planeta. Al mismo tiempo, se ha creado un nuevo programa para tratar de localizarle mientras él sigue buscando respuestas a su pasado y su familia.
Damon ha envejecido, como es obvio, pero su forma física y mental sigue siendo impecable. El actor de 45 años se pensó el volver a hacer una película de esta saga, pero asegura que la insistencia del público ante la popularidad del producto le hizo dar el paso.
“En cierto sentido es más cómodo haberme vuelto a meter en el papel porque sabemos que había una audiencia”, indicó en una entrevista con la televisión australiana. “Mucha gente nos pidió que hiciéramos una más, tanto a mí como a Paul Greengrass, así que nos sentimos obligados a hacerla”.
Su regreso, como asegura, ha sido con un Greengrass que le tiene tomada la medida al asunto mejor que nadie. Al fin y al cabo, es el responsable de tres de las cinco cintas de la franquicia, se entendió muy bien con Damon y le ha sabido dar el tono exacto a la saga.
“También teníamos presión por no estar a la altura y fastidiarla, pero ya veremos qué dice la gente”, dijo Damon. Sin embargo, la popularidad de estos filmes parece a estar a prueba de bombas con más de USD 1.500 millones recaudados a nivel mundial, tanto dinero que el propio Damon no descarta que pueda convertirse en una especie de James Bond. “¿Quién sabe si habrá otros actores interesados en retomar el papel cuando yo me retire, como sucede con Bond?”, se preguntaba.
En cuanto a las anécdotas del rodaje, que tuvo escenarios como Tenerife, Grecia o Las Vegas, asegura que hubo un poco de todo. Durante los días en España, Stephen Hawking vino a visitarlos al set, y en Las Vegas se lo pasaron en grande por el privilegio de tener el “Strip”, la avenida principal de los casinos, cerrada para ellos y su rodaje.
Se sabe que usaron 170 vehículos para grabar la persecución y que hubo adrenalina por montones. “Rodamos delante del Bellagio la última escena de ‘Ocean’s Eleven’ y pensé que jamás nos dejarían cerrar el ‘Strip’ para la película, pero gracias a fabulosos productores conseguimos hacerlo y fue muy, muy divertido”.
Además de la diversión, lo curioso es que se tuvo que aprender pocas líneas de diálogo para la película, 25 en total para un sueldo que se estima en 25 millones de dólares, según diversas fuentes. A razón de un millón por línea, parece que ha merecido la pena el esfuerzo para el bueno de Damon.
El papel, además, le ha obligado a pasarse un año en el gimnasio, con uno de los entrenamientos más duros de su vida. Todo para volver con más fuerza que nunca a uno de sus personajes más emblemáticos. Jason Bourne en su máxima expresión.
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