Tanto Lasso como Noboa han promovido al país como destino de inversión. Pero la inversión se promete y no se concreta. El motivo más básico que la desalienta es la ausencia de “externalidades”. Como si una persona que busca comprar un terreno para construir una vivienda encontrase un lugar precioso, pero sin canalización ni tendido eléctrico y en un barrio peligroso. Las autoridades deben priorizar la provisión de esas “externalidades”, sea por inversión pública o privada. Eso es más importante que los beneficios tributarios.
Un nuevo inversionista debe dotarse de su propia fuerza de seguridad: el Gobierno no controla el territorio. Los pequeños negocios populares no pueden contratar guardianía y cierran ante la presencia de vacunadores. Los grandes agricultores se desplazan por helicóptero a sus haciendas. Una influyente publicación internacional de negocios acuícolas recientemente trajo el titular “Carteles se apropian del corazón camaronero de Ecuador”. El golfo de Guayaquil está infestado de piratas.
El inversor tiene que montar una planta eléctrica contigua a su fábrica, porque el Gobierno no garantiza el servicio eléctrico, más bien le advierte que de escasear la energía es la industria la primera a la que le cortarán el suministro. Aun si la fábrica tiene planta propia, pero está a distancia, le cortan la transmisión. La energía eléctrica es monopolio estatal.
A pesar de que el Estado no puede suministrar energía, el marco legal no permite que vengan empresas generadoras a montar plantas.
Hace dos semanas nos referimos a las necesidades viales y portuarias del desarrollo minero, y cómo eso no consta en el Plan de Desarrollo.
Un país debe tener entes públicos –incluyendo universidades– que hagan investigación y desarrollo. Un empresario privado tendría que invertir grandes sumas, y con riesgo, y si es exitoso, su descubrimiento se riega como la pólvora y sus competidores se benefician sin incurrir en costos ni riesgos: la investigación y desarrollo es una externalidad. Por eso la poca inversión privada en investigación que hay es en medicinas que gozan de una fuerte legislación de protección a la propiedad intelectual.
A pesar de ello, en Ecuador empresarios privados han hecho grandes avances en el desarrollo de variedades más resistentes y rendidoras de camarón y cacao. Pero no del banano. Ecuador es el mayor exportador del mundo y ha logrado impedir el ingreso del nuevo mal de Panamá, el Fusarium Raza 4. Pero ahora hay una alarma, que 20 hectáreas en El Oro estarían contaminadas. ¿Qué investigación ha hecho el Iniap para desarrollar una nueva variedad de banano resistente al Fusarium Raza 4 (además de la sigatoka y el moko), y también que sea atractiva al consumidor y que se dé óptimamente en el Ecuador?
Una nueva empresa, dependiendo de su ubicación, antes de la inversión necesita hacer un estudio de impacto ambiental y dos consultas, la una ambiental y la otra previa a comunidades, y esperar a que el ministerio correspondiente le extienda una autorización para seguir adelante con el negocio, proceso que puede tomar años. El inversor al final se cansa y lleva su proyecto a otro país menos complicado. Y cuando al fin sale la aprobación ambiental, ya no está interesado.
Y se preguntan por qué no hay inversión extranjera.
Artículo publicado en EL UNIVERSO, el 14 de septiembre de 2025
Foto: Imagen referencial / El Universo
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