Definitivamente, está comprobado que la actual administración de la ciudad no tiene la menor idea de lo que es gestionar una ciudad, un ente vivo, con sus cambios y necesidades, para dotar a sus ciudadanos de oportunidades en su bienestar humano.
Los chullas quiteños ya estarían soltando al aire sus refranes: “Quito altivo y fino no se merece este vecino”, para referirse a que es la capital del país y no es cualquier ciudad. “Éste, está más perdido que un quiteño en Guayaquil”, señalando que la administración y su alcalde no entienden las necesidades de la ciudad. “No sabe por dónde le entra el agua al coco”, proponen cualquier cosa sin haber entendido lo fundamental de la ciudad. “El que sabe, sabe, y el que no… a otra cosa”, que permitan que otros ciudadanos ayuden a reflexionar sobre la ciudad. En fin, hay tantos y tantos refranes que todos le calzan como anillo al dedo.
El problema es que estamos, a mi criterio, ante la tercena intentona de hacer un proyecto inmobiliario de altura. La primera intentona fue el Hotel Quito, la segunda el Estadio Atahualpa. Ahora va por la tercera, la Plaza de Toros. Tanta tozudez demuestra que los dichos son correctos o que hay intereses particulares.
En varios artículos anteriores he tratado de llamar la atención sobre la responsabilidad de ser el burgomaestre de Quito. No es un puestito en la gestión pública, es un cargo de mucho respeto y responsabilidad. La ciudad no puede ser desatendida, porque las consecuencias pueden ser dramáticamente peligrosas. Basta de muestra un botón a la camisa, dice otro dicho popular. Y es que es cierto, la falta de agua en el sur de la ciudad, que afecta a miles de quiteños, no es otra cosa que desatención. La falta de contrato de mantenimiento del metro es otra. Y así, se puede seguir, pero no nos desviemos del tema. La Plaza de Toros del barrio La Jipijapa.
Desde hace mucho tiempo sabían que el contrato con Citotusa termina el próximo mes. Se podían haber realizado mesas de consulta para recibir aportes y proyectos alternativos de mejora de los servicios y equipamiento de la ciudad en ese barrio. Pero no lo hicieron. Una mancha más al tigre dice el dicho. ¿Les importa un bledo, lo que piensan los ciudadanos? Puede ser.
Reflexionemos sobre el tema para abrirle los ojos a los funcionarios de la ciudad. De paso, ciertos concejales de la ciudad están preocupados por este recurrente tema.
Primero, la ciudad es un ente con vida y, por tanto, está expuesta a cambios y a nuevas necesidades, fundamentadas en los cambios que experimentan los modos de vida y relacionamiento de los usuarios de la urbe.
Segundo, La inversión pública en la ciudad requiere una planeación de mediano a largo plazo, por las consecuencias en la ciudad y en los usuarios. Por tanto, puede sobrepasar el periodo de la administración municipal.
Tercero, qué servicios se prestan y cuáles son necesarios en la zona específica (Norte – La Jipijapa).
Cuarto, qué implicaciones tendrían las alternativas propuestas sobre el metro de Quito, que pasa por debajo de la Plaza de Toros y tiene una gran estación a una cuadra de distancia.
Quinto, cómo se integran y se complementan las diversas alternativas con los servicios y equipamiento existentes en la cercanía.
Sexto, existen los fondos suficientes o se inventarán tasas e impuestos, no vigentes, para financiar el proyecto ganador.
Séptimo, cuál es el rol de la iniciativa privada en las alternativas existentes.
Octavo, el área disponible incluye la vieja estación del trole y los parqueos que hoy ocupan motos y autos viejos no reclamados por sus “propietarios”.
No alarguemos más la desazón.
El barrio de la Jipijapa y sus alrededores tiene buenos servicios de: comercio, vivienda, parques, transporte, emprendimiento, circulación peatonal, iluminación, entre otros.
Lo que puede estar faltando es: área cultural, transporte desde el norte, facilidades de parqueo. Además, tiene una limitante muy fuerte, el metro. La estación Jipijapa está ubicada a pocos metros de distancia y el túnel pasa por debajo de esos terrenos. Con seguridad, solo se necesita trazar, en un mapa de esa zona, una línea recta desde la estación en el Labrador hacia la estación Jipijapa. Y listo.
El área disponible para diseñar el nuevo uso al derrocar la Plaza de Toros es amplia. Es la suma de los terrenos de la Plaza de Toros, entre Av. Amazonas, Cofanes, Isla Santiago, Juan de Ascaray y los terrenos de la vieja estación del trole, actualmente ocupados por la Empresa Pública Metropolitana de Hábitat y Vivienda, entre la Av. 10 de agosto, Cofanes, Juan de Azcaray y terrenos privados. La EPMHV, o quien administre esta propiedad, desarrolla ferias de autos y otras cosas. Increíble.
Concentrémonos en los servicios que hacen falta en la zona de influencia de la Plaza de Toros, a ser demolida. La oferta de servicios culturales es nula, pues toda ella está en el Centro Colonial y en el Centro Norte de la ciudad, pero en el norte no. Diferenciamos bien servicios culturales de espacios para ferias de productos y del emprendimiento, entre otras. La oferta cultural está relacionada con el arte en cualquiera de sus ramas: teatro, ballet, música (menor escala), museos, salas de exposición cultural (no de autos), talleres de actividades artísticas, no emprendimiento. Es decir, una zona de conocimiento para el arte y entretenimiento de los quiteños del norte.
¿Cómo pueden llegar los ciudadanos a la zona? Desde el centro y sur de la ciudad: Transporte masivo, trole, metro, taxi y transporte privado. Desde el norte, oriente y occidente: líneas de buses, líneas alimentadoras del trole, taxi y transporte privado. Claro está que se requiere una facilidad de parqueo administrada adecuadamente y con un precio razonable.
¿Dónde construir una facilidad de parqueo? Por las limitaciones del metro, esta facilidad se puede ubicar en los terrenos de la Plaza de Toros, conectada a la zona cultural por medio de corredores peatonales amplios. Levantar los cimientos estructurales solo para dos pisos altos podría no ser atentatorio contra el funcionamiento del metro. Otra alternativa es una facilidad de parqueo subterránea en los terrenos de la vieja estación del trole y, sobre ella, la zona cultural que conecte la Av. 10 de agosto y la Av. Amazonas con corredores peatonales amplios.
En fin, pueden existir muchas alternativas a presentar, pero que no nos impongan a los quiteños de bien, sus sucios negocioss. Debemos ser consultados y podemos proponer las opciones para que una comisión de intelectuales quiteños lo resuelva.
¡Viva Quito! Y Olé.
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Totalmente de acuerdo
Me olvidé decirte quien te escribe, quien más que Patricio Torres
Estimado Pablo, te invito a conversar contigo sobre este tema, en parte de la reunión del jueves, que opinas?