Desde fines de mayo, Europa está bajo los efectos de una ola de calor extremada. En España, junio fue el más caluroso registrado (23,6 °C promedio), alcanzándose el récord nacional de temperatura mínima durante ese mes. Además, al menos dos trabajadores agrícolas murieron en un incendio forestal en Cataluña que arrasó con 6 500 ha de cultivos. Las autoridades emitieron alertas para 18 000 residentes y algunos niños fueron trasladados por golpe de calor.
En Francia, se cerraron más de 1 300 escuelas, se clausuró la parte superior de la Torre Eiffel y se registraron al menos dos muertes por calor, con más de 300 personas atendidas y casi 2 000 municipios bajo máxima alerta. Italia impuso restricciones al trabajo al aire libre en 18 ciudades y reportó tres muertes vinculadas a la ola en zonas como Florencia y Milán, donde el sistema eléctrico colapsó en varias zonas.
Alemania se prepara para romper récords históricos y también enfrenta incendios, mientras Suiza apaga un reactor nuclear debido al calentamiento de sus ríos. La Comisión Europea presentó un plan para reducir emisiones en 90 % para 2040. En Francia se desató un debate sobre si instalar aire acondicionado obligatorio en espacios públicos, impulsado por Marine Le Pen.
Aunque distante, esta ola anticipa patrones climáticos preocupantes para Ecuador, como eventos extremos más frecuentes y la urgencia de adaptarse mediante planificación urbana, alertas tempranas y protección poblacional.
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