La relación entre Colombia y Estados Unidos atraviesa su momento más tenso en años. Tras semanas de declaraciones incendiarias del presidente Gustavo Petro, en las que comparó la política exterior de EE. UU. con el nazismo y sugirió que Washington “desestabiliza gobiernos progresistas”, el Departamento de Estado anunció el retiro del Encargado de Negocios en Bogotá, Mark Wells, quien asumía como máxima figura diplomática en ausencia de embajador formal.
El presidente Joe Biden, que hasta ahora había evitado confrontaciones directas con Petro, calificó las declaraciones como “inaceptables e infundadas”. En respuesta, Petro ordenó el regreso a Bogotá del embajador colombiano en Washington, Luis Gilberto Murillo, “para consultas”, una fórmula diplomática que evidencia la ruptura.
Analistas en Washington interpretan esta crisis como una maniobra interna de Petro para victimizarse y ganar apoyo frente a los escándalos que lo rodean, como los audios filtrados del exministro Leyva, que revelan una trama para reemplazarlo con su propia vicepresidenta. También se acusa al Gobierno colombiano de acercamientos excesivos con Rusia, Irán y Venezuela, lo cual molesta profundamente a la Casa Blanca.
Relevancia para Ecuador: La ruptura puede alterar la cooperación antinarcóticos, militar y comercial en la región. Ecuador, que comparte frontera con Colombia y relaciones estrechas con EE. UU., podría enfrentar mayor presión migratoria, incremento de violencia transfronteriza y afectación de flujos económicos si se agudiza el aislamiento colombiano.
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