Santa Cruz de Tenerife (EFE).- El magma que dio lugar a la erupción de La Palma en 2021 habría comenzado a reactivarse al menos 10-15 años antes y se habría movido de manera silenciosa, sin provocar sismos, según un estudio científico que ha analizado las rocas y hecho experimentos de cristalización, y que aporta claves que podrían anticipar futuras erupciones.
El equipo de científicos que ha logrado reconstruir la historia del magma que dio lugar a la erupción de Cumbre Vieja en 2021 ha estado liderado por el Institut des Sciences de la Terre d’Orléans en colaboración con investigadores de la Universidad de La Laguna, Instituto Geográfico Nacional y CSIC.
El estudio «Evolución del yacimiento cortical que alimenta la erupción de La Palma de 2021. Perspectivas derivadas de experimentos de equilibrio de fases y escalas de tiempo derivadas petrológicamente» ha sido publicado este mes en la Revista de Vulcanología e Investigación Geotérmica.
Gracias al análisis de rocas y experimentos de cristalización de alta presión y alta temperatura que simulan las condiciones de la cámara magmática, los investigadores han descubierto que el magma comenzó a reactivarse al menos 10-15 años antes de la erupción debido a la llegada de material más caliente desde las profundidades.
Los resultados muestran que el reservorio magmático tenía diferentes temperaturas: en la parte superior, el magma era más frío (1.065ºC) y con más agua, mientras que en la parte inferior era más caliente y seco (hasta 1.135ºC).
Esta diferencia de temperatura de los magmas explicaría por qué la lava en la segunda mitad de la erupción era más caliente y fluida, generando diversos flujos de lava de baja viscosidad con un avance más rápido y un alcance mayor, según el estudio.
Uno de los hallazgos más interesantes de este trabajo científico indica que, aunque hubo varios episodios de recarga de magma durante años, la química de los minerales claramente muestra que antes de la erupción no se detectó una gran inyección de material nuevo.
Esto hace pensar que el desencadenante pudo haber sido la acumulación de gases o factores externos.
Otra gran sorpresa del estudio es que, antes de la erupción, no se detectaron terremotos en la zona donde se encontraba el magma acumulado, lo que sugiere que el magma podría haberse movido de manera silenciosa, sin provocar sismos.
Por ello los investigadores resaltan la importancia de mejorar los sistemas de monitoreo para detectar estos movimientos ocultos.
Además, el estudio destaca que las herramientas actuales para analizar la profundidad del magma usando solamente la composición de algunos minerales no son lo suficientemente precisas en este tipo de volcanes.
Así, proponen estudiar todas las señales químicas y minerales de las rocas para obtener una imagen más clara de cómo se comporta el magma antes de una erupción y subrayan que este trabajo ofrece una valiosa información sobre la evolución del volcán de La Palma y podría ayudar a mejorar la predicción de futuras erupciones en otros sistemas volcánicos similares.
Los experimentos de cristalización se realizaron en tres composiciones magmáticas representativas que abarcan el primer mes de la erupción y que permitieron establecer restricciones estrictas sobre las condiciones preeruptivas, así como sobre la evolución temporal del reservorio cortical que alimentó la erupción de La Palma en 2021. EFE
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