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Pensando con propósito en el Ecuador 2035

Wilson Araque
Universidad Andina Simón Bolívar
lunes, enero 6, 2025
¿Cómo sería el Ecuador de 2035 a partir de una serie de acciones de mejora que, de forma continua y sinérgica, todos los ecuatorianos deberíamos realizar desde las distintas trincheras en que nos desenvolvemos cotidianamente?
Tiempo de lectura: 5 minutos

 

Alguien dirá hay un error de tipeo -si empezamos el 2025, debería ser “Pensando, …….., en el Ecuador 2025”, pero no es así, pues, estas reflexiones están dirigidas, rompiendo el paradigma del cortoplacismo, a responder la pregunta: ¿Cómo sería el Ecuador de 2035 a partir de una serie de acciones de mejora que, de forma continua y sinérgica, todos los ecuatorianos deberíamos realizar desde las distintas trincheras en que nos desenvolvemos cotidianamente?; ya que, solo arrimando el hombro de los más de 18 millones de ecuatorianas y ecuatorianos, nuestro querido Ecuador podrá salir adelante en medio de un conjunto de desafíos que provienen de un proceso, permanente, de cambio multidimensional a nivel global, regional, nacional y local.

Cuando se incorpora en el título del artículo la frase “con propósito” lo que se busca es resaltar que, para lograr los grandes objetivos nacionales, es fundamental que el país, como un todo, ponga en acción todos sus recursos y esfuerzos sobre la base motivacional de saber e interiorizar el por qué hay que hacer para, de esa manera, la gente se estimule y, con actitud mental positiva, apoye al logro del escenario apuesta que, desde los diferentes sectores, deberá ser construido participativamente en pro de consolidar un estado situacional nacional de progreso continuo.

Y, en esa visión de cómo se le ve al Ecuador en 2035 –haciendo un viaje en el tiempo para poder contar la historia-, surge, como primera imagen de la vida nacional positiva,  un país tranquilo que, en 2035, ha logrado recuperar su paz interna; en donde, se ve a su gente caminando por las calles sin miedo a que le asalten, los propietarios de pequeños negocios ya no pagan vacunas y, más bien, con ese dinero han logrado invertir para la mejora y crecimiento del emprendimiento que lo crearon.

A su vez, las provincias que, a comienzos de la segunda década de 2020, eran zonas calientes por la presencia del crimen organizado, en 2035 se las ve con un tejido social recuperado, los niños accediendo a escuelas de calidad y toda la población disponiendo de servicios de salud de primer nivel. En lo productivo, en esas mismas provincias, hay empleo gracias a la inversión nacional y extranjera de buen origen que ha llegado a la zona gracias a que, por el trabajo multiactores, se ha vuelto atractiva para el desarrollo de actividades económicas que están apuntaladas en las potencialidades naturales y creadas en esos territorios.

Otra imagen que estamos viendo, en ese viaje hacia el país de 2035, es aquella en la que los jóvenes se quieren quedar en su país porque las oportunidades que surgen -creadas por la interacción sistémica del sector público y privado- les permite estudiar y, además, una vez formados encuentran facilidades de inserción laboral gracias a que hay empresarios ecuatorianos y extranjeros que  han invertido porque confían en un Ecuador 2035 que, sustentado en una sólida democracia, tiene un fuerte y permanente ejercicio del estado de derecho soportado en una institucionalidad que, con fuerza de claridad, da señales de seguridad jurídica como medio para el predominio, permanente, de la ética y la eficiencia como antídotos que, directamente, espantan a la corrupción y la ineficiencia que, por años, han sido los grandes enemigos del avance hacia la transformación productiva con equidad social de la nación.

En lo que tiene que ver con el sector educativo este, ahora, sí funciona de forma sistémica gracias a que, para el funcionamiento articulado de los niveles básico, intermedio y superior, se tiene un Ministerio de Educación que les abarca a esos tres niveles; con lo cual, el proceso de enseñanza – aprendizaje muestra síntomas de que lo que se hace en la escuela y colegio, luego se ve reflejado en el desempeño de los estudiantes cuando llegan a las universidades a los niveles de grado y posgrado. De ahí, ese Ecuador 2035 nos sorprende ver cómo, por ejemplo, la investigación es promovida desde tempranas edades, rompiendo el mito equivocado de que la formación investigadora es tarea del nivel superior e incluso que, de forma exclusiva, es responsabilidad del nivel de doctorado al que, pocos ecuatorianos, llegan. Pero ahora, la investigación se fomenta en todo nivel y, con ello, la creatividad e innovación está en todos lados para mejorar el bienestar de la población.

Y, claro, con todas estas mejoras, las queridas micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYME), en 2035, están exportando con fuerza gracias a que han mejorado la calidad, productividad e innovación y, también, como factor propulsor de alto impacto productivo y comercial, se han apalancado en ejercicios asociativos potentes que, a comienzos de 2020, todavía se veían como sueños difíciles de lograr. Y, por supuesto, en esos procesos de asociatividad hay una interacción visible con las empresas grandes que, basadas, en sus fines inclusivos trabajan empujando para que los acuerdos comerciales que el Ecuador ha ido firmando beneficien a todos los actores que participan en el funcionamiento del tejido productivo nacional -en 2035 son más de 60 acuerdos los firmados, siguiendo casos regionales del potenciación exportadora al estilo chileno-.

Como el mundo siguió aceleradamente digitalizándose, la conectividad, ancho del internet y la alfabetización digital como requisitos básicos permiten que el mundo físico y digital en el país funcione de mil maravillas; un buen indicador es que, al ir por la carretera, ya no se cae la señal y la transacciones comerciales, relaciones personales y tramitología digital  funcionan a la perfección gracias a que los gobiernos de turno exigieron y crearon incentivos para que las empresas proveedoras ofrezcan servicios digitales de nivel mundial.

Y, bueno, como se ve, el viaje al futuro nos encuentra con un listado grande de más sorpresas positivas que vamos identificando y no paran. Por ejemplo, el triángulo tan cacareado desde décadas -empresa privada, Estado y academia- funciona de mil maravillas; el financiamiento para emprendedores cero kilómetros y los que quieren acelerar su proyecto -en calidad de capital semilla y de riesgo- existe en todo lado; la inclusión financiera se ha vuelto verdadera y llega, bajo criterios de prioridad, a los más vulnerables -personas con discapacidad, madres jefas de hogar, migrantes, adultos mayores y los más jóvenes que no tienen historial financiero, personas privadas de la libertad que buscan una segunda oportunidad, habitantes de las zonas rurales y urbano marginales también acceden con servicios oportunos y de calidad-; las escuelas y hospitales cuentan con todos los recursos humanos, físicos y financieros para su funcionamiento de alta cobertura y calidad; la malnutrición infantil está por desaparecer; las vías para el transporte diverso conectan todos los rincones del Ecuador; la equidad de género y aplicada a otras dimensiones se práctica en todos los espacios; los gobiernos autónomos descentralizados (GAD) trabajan de forma colaborativa, articulan su accionar y, así, evitan la duplicación de esfuerzos consolidando, de esa forma, estilos de gestión eficaces, eficientes y éticos; la matriz energética es diversa, con un predominio de aquellas denominadas renovables para combatir los efectos negativos del cambio climático y, también, ir eliminando al fantasma de los apagones que, en 2035, son historia solo para contar; el servicio al cliente en las empresas es maravilloso, con lo cual se tiene un valor agregado sin precedentes, sobre todo, en sectores como el turístico que, en el Ecuador 2035, muestra tasas de crecimiento superiores a las de otros países de la región.

Bueno, si seguiríamos listando las cosas agradables encontradas gracias al viaje al futuro del Ecuador 2035 que todos amamos y aspiramos llegar, faltarían minutos para que su atención, como lectores de este texto, no se pierda. De ahí que, para cerrar este viaje en el tiempo, primero se debe resaltar que “soñar no cuesta nada”; pero nada es imposible si, primero se definen los sueños alrededor de esa visión país que, por años, ha estado ausente y, segundo, se tome conciencia que, para llegar a ese escenario que se ha construido con el viaje realizado al 2035, se necesita del esfuerzo sinérgico de todos los ecuatorianos y ecuatorianas que, en resumen, significa conjugar y repetir continuamente tres verbos que empiezan con “h”: HACER, HACER y HACER; eso sí, ese hacer debe estar pegado al propósito que, como país, nos motive llevarle a la acción.

¡Para todos los lectores que HAGAN de 2025 un AÑO EXCELENTE!

 

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