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Ilusiones

Fabián Corral
Dialoguemos
jueves, enero 9, 2025
Que la violencia no sea ni el prime ni el último recurso. Que intentemos devolverle el valor a la palabra. Que seamos justos. Que restauremos el sentido de vecindad
Tiempo de lectura: 2 minutos

 

Ilusiones: que, a partir de estos días inaugurales de enero, la política sea un compromiso con la verdad; que la democracia sirva a la gente; que los partidos y grupos sean escuelas de honestidad; que la Asamblea Nacional sirva a la comunidad con leyes sensatas y decisiones ponderadas; que el Ejecutivo gobierne, que los contratos públicos se inspiren en la decencia y en la claridad; que la burocracia asuma que lo que justifica su existencia es el servicio, y que las alcaldías entiendan sus tareas, y adviertan que la calamidad de las ciudades es su reto.

Y que nosotros, la sociedad civil, hagamos el juicio de valor que nunca hicimos: admitamos que la degeneración de la democracia en populismo nace de los votos, que las leyes existen para cumplirlas, que el derecho es una militancia por la dignidad y no un pretexto para el abuso, que la responsabilidad no es solamente una palabra, que hay que pagar impuestos, que, además de las quejas, están los desafíos por ser íntegros, que la empresa en una comunidad, que el trabajo es una ventaja que se debe cuidar. Que el respeto es como el aire que se respira. Que la cultura no es solo una palabra: es un modo de ser y una forma de entender la vida.

Que la violencia no sea ni el prime ni el último recurso. Que intentemos devolverle el valor a la palabra. Que seamos justos. Que restauremos el sentido de vecindad. Que las ciudades no sean más conglomerados anónimos y hostiles, ni tierra de miedo y miseria; que sean la extensión amable de nuestra casa.

Que la verdad sea la regla rigurosa. Que le devolvamos valor y vigencia a aquello de los grandes acuerdos nacionales, pero que en las transacciones no se agazape el veneno ni se escondan las trampas. Que pensemos otra vez en el país, que el partido no nos divida y que la ideología o el interés no nos envenenen. Que seamos capaces de mínimas generosidades.

¿Seremos capaces al menos de soñar? ¿Podremos asombrarnos otra vez, renunciar a la dureza y volver a la sensibilidad perdida? ¿La ciudadanía dejará de ser palabra hueca, y los discursos tendrán sentido común? La democracia, ¿podrá ser un debate que concluya en pactos limpios y deberes posibles?

Soñar no cuesta nada, pese a los temores que nos enferman y al turbio horizonte que nos deprime. Pero, hay que sacudir la comodidad, escapar de la saturación informativa, remontar la mediocridad que nos tira para abajo y dejar de lado por un momento la gris monotonía que nos perturba. Soñar en que podemos ser un poco mejores, menos bárbaros, menos cerriles y egoístas.

¿Esto es ingenuidad, despiste, o ignorancia política? Quizá. Pero recordemos a los que fundaron este país y soñaron en una república, y murieron por sus sueños. ¿Seremos capaces, algún día, de estar a la altura de aquellos sueños, de entender la dimensión de los riesgos que asumieron esos hombres y mujeres, y de las generosidades, luchas y miserias que marcaron sus vidas y sus muertes?

Hagamos el intento, ahora que el año 2025 es como una página sin escritura, como proyecto sin dibujo, como pantalla sin mancha todavía.

 

Ilusiones.

 

 

Texto original de El Universo

https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/ilusiones-nota/

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