Son casi las siete de la tarde. El interior de la catedral de Notre Dame de París, por primera vez después de cinco años, vuelve a acoger a miles de personas bajo sus bóvedas. Alguien recibe una ovación al entrar: es el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. El público se ha levantado y ha estallado en aplausos. Minutos después se producía otra ovación, de unos siete minutos de duración, gente en pie sin parar de aplaudir. Era a los bomberos de París.
La secuencia define la jornada de este sábado, política y muy emotiva, grabada para siempre en el calendario francés porque es el día en el que Notre Dame, destruida en el incendio de abril de 2019 que conmocionó a todo el país, ha vuelto a abrir sus puertas tras ser reconstruida.
Francia es capaz de hacer una obra colosal como la que supone reconstruir una catedral medieval en tiempo récord y también es capaz de desatar un caos político colosal en tiempo récord. Es lo que ha ocurrido esta semana: en mitad de la mayor crisis institucional que ha vivido el país en décadas, tras la moción de censura que tumbó al Gobierno el pasado miércoles, París recupera uno de sus símbolos más amados.
El protagonista en ambas secuencias: El presidente francés, Emmanuel Macron, que este sábado ha hecho de anfitrión en este evento de Estado, que se ha llevado a su terreno y ha convertido en parte en una secuencia diplomática: apenas hora y pico antes de comenzar la ceremonia de apertura, se hacía una foto en el palacio del Elíseo con Trump y Zelenski, ambos invitados a la catedral.
Se reunió con cada uno de manera bilateral y luego a tres. Es la primera vez que se produce un encuentro entre Trump y Zelenski. El primero quiere recortar la ayuda a Ucrania mientras que Macron siempre ha defendido que hay que apoyar al país hasta el final. Macron y Zelenski tienen muy buena relación, y el segundo ha viajado a París en varias ocasiones desde que empezó la guerra hace casi tres años.
La de Trump es su primera visita a un país extranjero desde que fue elegido presidente de EEUU el pasado noviembre. “Parece que el mundo se está volviendo un poco loco en estos momentos y hablaremos de eso”, indicó en el Elíseo, antes de la reunión. Zelenski y Trump coincidirán en la cena que Macron da en el Elíseo. Si Zelenski fue recibido con aplausos en Notre Dame, para Trump hubo silencio.
El 7 de diciembre, tiene, por tanto, dos fotos: la diplomática del Elíseo con Trump y Zelenski y la de Notre Dame, resurgida. Además de a los dos mandatarios, el francés fue recibiendo a partir de las seis y media de la tarde, cuando llegó a la explanada de la catedral, a parte de los cerca de 40 de jefes de Estado y de Gobierno, así como delegados institucionales.
Macron, que se había comprometido hace cinco años a inaugurar Notre Dame en este plazo, se ha erigido como anfitrión.
Haberlo logrado “es el orgullo de la Nación” dijo el presidente nada más empezar su discurso, centrado en el homenaje a los bomberos que trabajaron en el incendio y también a los 2000 trabajadores que han hecho posible que hoy vuelva a estar en pie.
“Estoy ante ustedes para expresar la gratitud de la nación francesa, gratitud a todos aquellos que salvaron y reconstruyeron la catedral”, dijo Macron. “Notre Dame nos dice que nuestros sueños, incluso los más audaces, sólo son posibles gracias a la voluntad de cada uno y al compromiso de todos”, reflexionó el presidente francés.
Además de los citados mandatarios, estaban en la ceremonia el empresario Elon Musk, también los ex presidentes François Hollande y Nicolas Sarkozy, o la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, entre otros muchos.
Son las presencias más destacadas, junto con el Príncipe Guillermo de Inglaterra, y algunas ausencias relevantes, como la del Papa Francisco, que había sido invitado a los fastos pero no ha estado presente. Tampoco los Reyes de España, invitados, así como el Ministro de Cultura. Ausente también la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Van del Leyen, que firmó este viernes el acuerdo de la UE con Mercosur, al que se opone Francia.
La ceremonia comenzó a las siete de la tarde, aunque ya desde las cinco y pico empezaron a entrar los invitados. Sonaron las campanas. Caía la noche en París. Notre Dame se alzaba luminosa sobre el cielo de la capital. Sonó la Marsellesa en la explanada de la catedral, donde debía haber tenido lugar el discurso de Emmanuel Macron, que finalmente fue dentro, por el viento. El arzobispo golpeó tres veces el portón. Notre Dame quedaba oficialmente abierta de nuevo. Poco después sonó el órgano, por primera vez.
Inicialmente previsto en el exterior, el acto de apertura se tuvo que trasladar al interior de la catedral. El tiempo se confabula contra los grandes eventos en París de estos últimos meses: cayó el diluvio universal el pasado mes de julio, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, y este sábado ha sido el viento el que ha obligado a reformular el acto de reapertura de la catedral.
“Hemos redescubierto lo que las grandes naciones pueden hacer: lograr lo imposible”, dijo el presidente francés desde el interior de la catedral. “Hemos elegido el inicio, la voluntad, el rumbo de la esperanza (…). Y para que esto sea posible, una fraternidad sin precedentes”, añadió Macron en su discurso.
Los Juegos y la apertura de Notre Dame son los dos hitos que se apunta el presidente, que se encuentra en su peor momento, en medio de una crisis política sin precedentes, con el primer ministro, Michel Barnier, recién dimitido después de que la Asamblea francesa aprobara una moción de censura el pasado miércoles, apoyada por la izquierda y la extrema derecha de Marine Le Pen.
En la ceremonia estaba presente Barnier. Aún no ha nombrado un relevo, aunque debería hacerlo rápido, en los próximos días. El jueves, en una alocuión desde el Elíseo, negó que vaya a dimitir y dijo que no va a asumir las responsabilidades de otros, en referencia al voto de la mayoría de diputados para tumbar a Barnier y su equipo. Debilitado dentro de casa, Macron ha intentado centrarse en su rol internacional como jefe de Estado. La semana pasada, cuando estallaba la crisis en Francia, él estaba de viaje en Arabia Saudí.
Estos fastos del sábado culminarán el domingo con dos misas, una por la mañana y otra a las seis, presididas por Macron y también con la presencia de decenas de jefes de Estado y de Gobierno, así como las personalidades religiosas. La de por la tarde está abierta al público aunque las entradas se agotaron ya la semana pasada.
La reapertura de Notre Dame se produce tras cinco años de trabajos de reconstrucción. El incendio causó una gran conmoción en el país, que vio con impotencia cómo se caía la flecha, de 96 metros de altura, obra del arquitecto Violec Le duc. En 2020 Macron se comprometió a abrir la catedral en cinco años, algo que causó mucho escepticismo, pues no se pensaba que podría hacerse en tan poco tiempo.
La reconstrucción ha sido con las técnicas de la Edad Media, tal y como se levantó entonces. Una obra titánica que ha movilizado a más de 250 empresas, el coste ha sido de más de 700 millones de euros.
Macron dijo: “Hoy las campanas van a sonar, el órgano va a despertar, los fieles vendrán pronto a rezar. El mundo encontrará la catedral reconstruida y embellecida. Y nosotros tendremos que guardar como un tesoro esta lección de fragilidad, humildad y voluntad y no olvidar nunca que cada uno cuenta, y como la grandiosidad de esta catedral es inseparable del trabajo de todos”.
Texto original de El Mundo
https://www.elmundo.es/internacional/2024/12/07/675448c3e85ece65678b458b.html
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