En épocas de Black Friday y de las proximidades navideñas y de año nuevo, la táctica de los descuentos aflora por todo lado, la cual, si es utilizada de forma transparente, está bien, pero, lamentablemente, se ha ido convirtiendo en la herramienta para aumentar, en muchos de los casos, las ventas de forma opaca aprovechándose de la escasa tendencia del comprador por, antes de comprar, primero investigar, desde antes de las épocas de descuentos, alternativas que, realmente, le signifiquen un ahorro para impactar positivamente en el estado situacional de la economía personal y familiar.
Y, precisamente, una de esas prácticas tramposas -porque hay otras más, como es subir el precio del producto el día anterior- a la hora de aplicar los descuentos es el abuso en el uso de la palabra “hasta” que debería, para mayor transparencia, ir acompañada en los anuncios promocionales -físicos y/o digitales- de la palabra “desde” y, así, completar la frase para que el consumidor sepa, claramente -antes de iniciar la acción de compra-, cuáles son las reglas del juego de la adquisición a realizar –por ejemplo, se debería escribir: “los descuentos van desde el 5% hasta el 60%”-. Evitando, eso sí, que las palabras desde y hasta aparezcan de tamaño diminuto y el 60% con letras gigantes para atraer de forma poco transparente a los potenciales compradores.
Para guiar y proteger al consumidor final -como parte del proceso de combate a estas malas prácticas que crecen por doquier-, hay que trabajar en tres frentes, primero, en el cambio de comportamiento del consumidor -aquí la educación financiera continua desempeña un rol clave- en donde, antes de comprar, tome conciencia sobre la necesidad o no del bien y/o servicio a adquirir y, luego, antes de decidir cuál será el proveedor elegido, busque varias alternativas de ofertas presentes en el mercado físico y/o en el digital -que ahora tiende a predominar- y, con ello, escoger la más conveniente en términos de cantidad, calidad y precio.
El otro frente a trabajar, como mecanismo de protección al bolsillo de las familias, es poner en acción los medios legales y de control permanente ya existentes que, soportados en la Ley Orgánica de Defensa del Consumidor y la Ley Orgánica de Regulación y Control del Poder de Mercado más las entidades ejecutoras como son la Defensoría del Pueblo y la Superintendencia de Competencia Económica, surgen como un buen escudo protector para evitar que las personas sean engañadas; muchas de ellas, cuando no hacen las reflexiones previas a la compra, incluso hacen largas filas desde horas de la madrugada motivadas -con la activación de las acciones del marketing opaco- por la sensación de que se acaben los productos y los descuentos que, como se ha resaltado, en muchos casos, no son sinceros. Hay que estar alertas para evitar sorpresas que, después, pasan factura negativa al bolsillo del consumidor final.
Y el tercer frente es el de la acción desde las propias empresas comerciales para que usen las herramientas de marketing de forma responsable y ética y el de las instituciones financieras para que no se presten, con supuestas facilidades de financiamiento -como son los períodos de gracia y el alargamiento de los plazos de pago-, a ayudar a aquellas casas comerciales que, con formas turbias de aplicación de las tácticas de los descuentos, buscan vender más que, si lo hacen de forma limpia y sin engaños, está bien usar los descuentos para aumentar las ventas; el problema es cuando, por aumentar los ingresos del negocio, no se actúa con claridad para que el comprador sea capaz de comprar solo lo que necesita y en condiciones financieras que sean favorables a las cuentas de su economía personal y familiar.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
El Centro de Estudios Galápagos de la UNC recibe apoyo de Royal Caribbean Group
El futuro portuario
Black Friday: ¿Una oferta disfrazada?
¿Black Friday o marketing tramposo?
Entre el ruido y la contaminación: la sombra de los generadores