Imagina tu vida como una película. Cada día es una secuencia continua de escenas, desde levantarte por la mañana hasta irte a dormir por la noche. Pero al igual que en una película, no experimentamos nuestro día como una secuencia ininterrumpida de eventos. En realidad, nuestro cerebro tiene una habilidad increíble para dividir nuestras vivencias en “escenas” o segmentos, permitiéndonos navegar por nuestro mundo de manera eficiente y recordarlo de forma coherente.
Este fenómeno, conocido como “segmentación de eventos”, ha sido estudiado por décadas, y recientes avances en neurociencia nos están ayudando a entender cómo y por qué el cerebro lo hace. Un estudio reciente, publicado en la revista Current Biology, arroja nueva luz sobre este proceso y sugiere que tenemos más control sobre la manera en que dividimos nuestras experiencias de lo que podríamos haber imaginado.
Nuestros días están llenos de transiciones. Entramos y salimos de habitaciones, comenzamos y terminamos conversaciones, y nos desplazamos de un lugar a otro.
Tradicionalmente, los científicos han pensado que estas transiciones físicas o cambios en el entorno son lo que lleva a nuestro cerebro a crear nuevos “límites” entre los eventos. Por ejemplo, cuando salimos del trabajo y entramos a un restaurante, nuestro cerebro marca un límite, dividiendo estos momentos en escenas separadas.
Sin embargo, según el estudio dirigido por Christopher Baldassano, profesor de Psicología en la Universidad de Columbia, hay algo más en juego. Su investigación sugiere que los límites entre nuestras experiencias no dependen solo de los cambios externos, sino que también están moldeados por nuestras metas y expectativas internas.
En otras palabras, nuestro cerebro actúa como un editor de películas, decidiendo qué partes de nuestra vida diaria se convierten en escenas, basándose no solo en lo que sucede a nuestro alrededor, sino también en lo que nos importa o en lo que estamos enfocados.
Para explorar esta hipótesis, Baldassano y su equipo diseñaron un experimento innovador utilizando historias con guiones superpuestos que combinaban diferentes contextos y situaciones sociales. Crearon 16 narrativas cortas, que incluían eventos como una comida en un restaurante, una propuesta de matrimonio o una ruptura amorosa.
Mientras los participantes escuchaban estas historias, se les pedía que prestaran atención a un aspecto específico de la narrativa, ya sea el contexto (como el restaurante) o la interacción social (como la propuesta). Durante este proceso, sus cerebros eran escaneados utilizando imágenes de resonancia magnética funcional, permitiendo a los investigadores observar los cambios en la actividad cerebral mientras los participantes procesaban las historias.
Lo que encontraron fue revelador. Cuando los participantes enfocaban su atención en el contexto, como los detalles del restaurante, sus cerebros tendían a segmentar la historia en función de los cambios relacionados con ese entorno, como cuando se sentaban a la mesa o cuando pedían la comida. Sin embargo, cuando se les pedía que prestaran atención a la interacción social, como la propuesta de matrimonio, sus cerebros ajustaban los límites de los eventos para alinearse con esos momentos clave de la historia.
Uno de los descubrimientos más sorprendentes de este estudio fue cómo la atención dirigida puede influir en nuestra memoria.
Después de escuchar las historias, los participantes fueron evaluados sobre lo que recordaban, y los resultados mostraron que tendían a olvidar detalles relacionados con la parte de la historia que no habían estado observando de cerca. Por ejemplo, aquellos que se enfocaron en los aspectos sociales de la historia recordaban mejor la propuesta de matrimonio, pero olvidaban detalles sobre el restaurante.
Este hallazgo no solo arroja luz sobre cómo nuestros cerebros dividen nuestras experiencias, sino que también tiene implicaciones importantes para nuestra vida cotidiana. Estos resultados muestran que tenemos más control sobre lo que recordamos de lo que pensamos. En lugar de ser meros receptores pasivos de experiencias, podemos elegir qué partes de nuestras vidas son más memorables al dirigir nuestra atención hacia lo que realmente nos importa.
El cerebro es increíblemente flexible, y esta flexibilidad es lo que nos permite manejar la abrumadora cantidad de información que recibimos a lo largo del día. Sin esta capacidad de segmentar eventos, nuestras vidas serían un flujo interminable y caótico de estímulos. La segmentación nos permite dar sentido a nuestra experiencia, creando bloques de información manejables que podemos almacenar y recuperar cuando sea necesario.
Este proceso es crucial para una vida cotidiana eficiente, pero también puede ser problemático en ciertas condiciones neurológicas. Trastornos como el síndrome de estrés postraumático o la demencia pueden afectar la capacidad de las personas para segmentar eventos de manera efectiva, lo que lleva a problemas con la memoria y la percepción del tiempo.
Además, el estudio sugiere que la segmentación de eventos también puede ser clave para tratar estos trastornos. Al entender mejor cómo el cerebro divide las experiencias, podríamos desarrollar nuevas terapias basadas en la memoria que ayuden a las personas a recordar los momentos más importantes y significativos de sus vidas, mientras minimizan aquellos que son menos relevantes o traumáticos.
Si bien la investigación aún está en sus primeras etapas, los hallazgos de este estudio abren una ventana fascinante hacia cómo nuestro cerebro organiza la información. Al fin y al cabo, como señala Baldassano, podemos ser los narradores de nuestras propias vidas. A través de la atención dirigida, podemos influir en cómo percibimos el mundo y cómo lo recordamos, lo que nos da un mayor control sobre nuestra narrativa personal.
“Podemos ser los narradores de nuestras propias vidas”
Entonces, la próxima vez que te encuentres recordando un día especialmente ocupado, reflexiona sobre cómo tu cerebro ha elegido dividir esos eventos. Tal vez no fue solo el cambio de lugar lo que creó una nueva “escena”, sino también lo que elegiste priorizar o recordar. En cierto modo, todos somos directores y editores de nuestras propias películas mentales.
Como vemos, este estudio no solo profundiza nuestra comprensión de este proceso, sino que también nos recuerda el poder que tenemos sobre nuestra percepción y memoria. Al dirigir nuestra atención hacia los momentos que realmente importan, podemos construir una narrativa más coherente y significativa de nuestras vidas.
Referencias:
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
Incapacidad instalada
‘Ecuador Agroalimentario potencia los agronegocios’, en el mercado local e internacional
ENTREVISTA: Con mayoría de latinos, Trump derrota identitarismo de Kamala
La Amazonía del Ecuador, el punto clave para estudio de especies forestales CITES
‘Estados Unidos primero’, ¿qué involucra esta premisa con la llegada de Trump?