En los profundos suelos de los bosques tropicales, la luna juega un papel crucial en la vida de los mamíferos que habitan estos ecosistemas. Aunque el comportamiento animal es ampliamente estudiado en otros entornos, hasta ahora se sabía poco sobre cómo las fases lunares afectan a las especies que viven bajo la densa cobertura vegetal.
Un estudio reciente reveló la manera en la que la iluminación lunar altera los patrones de actividad de mamíferos tropicales en tres continentes al utilizar datos obtenidos a través de trampas fotográficas. Los resultados, publicados en Proceedings of the Royal Society, demuestran que las fases de la luna modifican los riesgos y oportunidades para estos animales.
¿Cómo influyen las fases lunares en los mamíferos tropicales?
El brillo reflejado por el satélite terrestre tiene un impacto directo sobre el comportamiento de los mamíferos tropicales, un fenómeno que varía según la especie. Esta investigación identificó respuestas como la fobia lunar, que es la tendencia a evitar la luna llena, y la filia lunar, en la que ciertas especies aumentan su actividad durante las noches más iluminadas.
Los investigadores observaron que la luna llena expone a algunas especies a mayores riesgos, al hacerlas más visibles para depredadores, mientras que otras aprovechan la luz adicional para aumentar su movilidad o buscar alimento.
“Imagínese que está jugando al escondite en una habitación oscura y que alguien enciende una vela. La luz, aunque sea débil, puede facilitarle la orientación en la habitación. Pero si es usted el que se esconde, de repente será mucho más fácil detectarlo”, comentó Richard Bischof, profesor de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida (NMBU) y autor principal del estudio, en un comunicado de la institución educativa. De las 86 especies estudiadas, 12 mostraron una clara aversión a la luna llena, mientras que solo tres evidenciaron una atracción significativa.
¿Cómo se llevó a cabo el estudio?
El equipo de investigadores utilizó datos brindados por trampas fotográficas desplegadas en 17 áreas protegidas de bosques tropicales en África, Asia y América Latina, las cuales conforman la Red de Evaluación y Monitoreo de Ecología Tropical (TEAM, por sus siglas en inglés). Estas cámaras, distribuidas en cuadrículas y activadas por movimiento, capturaron más de dos millones de imágenes a lo largo de varios años, lo que permitió analizar cómo los animales ajustan sus patrones de actividad en relación con las fases lunares.
Para analizar la información, los investigadores aplicaron un modelo de regresión logística multinomial que permitió clasificar los comportamientos de los mamíferos en función del ciclo diario (día, noche, crepúsculo) y las fases lunares (luna llena, nueva y fases transitorias). Usaron diagramas para visualizar la forma en la que la conducta de las especies cambiaba durante los distintos periodos.
Fobia lunar y filia lunar
El estudio identificó dos respuestas clave de los mamíferos tropicales a las fases lunares: la filia lunar y la fobia lunar. Estos términos describen la tendencia de algunas especies a aumentar o disminuir su actividad en las noches de luna llena. La evitación de la luz lunar fue la más común, observada en 12 especies, especialmente en pequeños mamíferos nocturnos como roedores.
La mayor iluminación del plenilunio aumenta la visibilidad de estos animales, lo que incrementa su riesgo de ser depredados por carnívoros visuales, como los felinos. En consecuencia, reducen su dinamismo nocturno y prefieren periodos más oscuros para minimizar su exposición.
Por otro lado, solo tres especies mostraron un comportamiento de filia lunar. Entre ellas se destacan el pecarí de labios blancos y el tapetí común, que parecen aprovechar la mayor visibilidad para moverse o buscar alimento en grupo. Esto podría deberse a su tamaño y estrategias sociales, ya que especies más grandes y sociales pueden sentirse menos vulnerables a los depredadores al contar con la protección del grupo.
El análisis también señaló que las especies no indiferentes a la luz lunar tienden a modificar significativamente su conducta. Mientras que algunos mamíferos son menos activos en las noches más iluminadas, otros ajustan sus horarios y migran sus actividades hacia las primeras horas del crepúsculo o el día.
Estos patrones de atracción y evitación lunar subrayan la importancia de la luz en los hábitos de los mamíferos tropicales y su capacidad para adaptarse a los cambios lumínicos en el entorno. Estos ajustes son esenciales para su supervivencia en ecosistemas donde la iluminación nocturna puede influir directamente en la predación y la búsqueda de alimento.
¿Cuál es el impacto de la degradación de hábitats?
“Si estos resultados se extienden a la luz artificial, la pérdida de noches oscuras podría reducir la cantidad de tiempo que los animales invierten en buscar comida y otras actividades importantes”, afirmó Bischof.
La degradación de los ecosistemas tropicales puede amplificar los efectos de la luz lunar en las especies que habitan en estos entornos. La tala de bosques, la fragmentación de hábitats y la reducción de la cobertura vegetal exponen a los mamíferos a una mayor cantidad de iluminación natural, lo que podría tener consecuencias importantes para sus patrones de comportamiento.
En los ecosistemas menos degradados, la densa cobertura arbórea actúa como una barrera natural que atenúa la luz de la luna en el suelo del bosque, lo que permite que las especies mantengan sus hábitos nocturnos sin exhibirse a depredadores.
Sin embargo, a medida que se pierde esta capa protectora, los animales quedan más vulnerables. El incremento de la iluminación lunar en hábitats más abiertos podría obligar a las especies a cambiar sus patrones de actividad de manera más drástica, o incluso a desplazarse a áreas con mayor cobertura en busca de protección.
Este fenómeno también tiene implicaciones para las interacciones entre especies, ya que las que evitan la luz de la luna podrían verse obligadas a compartir nichos temporales con otras que habitualmente están activas en otros momentos del día, lo que altera las dinámicas tróficas y ecológicas.
Además, el estudio sugiere que la contaminación lumínica creada por fuentes de luz artificial, como las ciudades cercanas o asentamientos, podría exacerbar estos problemas. En áreas donde esta iluminación invade el hábitat natural, las especies pueden enfrentarse a una “pérdida de la noche”, lo que limita aún más su capacidad para llevar a cabo actividades clave como la búsqueda de alimento. Las especies más sensibles podrían experimentar un estrés adicional que afectaría su éxito reproductivo y su supervivencia a largo plazo.
Texto original de Infobae
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