En los últimos meses, hemos sido testigos de una desaceleración en las ventas. Dos factores han contribuido a agravar esta situación: el aumento de los impuestos y los cortes de energía ocurridos en abril. Estas no son coincidencias aisladas, más bien, reflejan el agotamiento del modelo de desarrollo estatista proteccionista que ha prevalecido en nuestro país durante décadas.
Desde los años setenta, Ecuador ha dependido en gran medida de los ingresos petroleros para sustentar su economía. Muchos creyeron que este modelo podría mantener a la población sin la necesidad de trabajar. La realidad es diferente. Las empresas públicas, incluyendo la petrolera y la de energía, han enfrentado problemas de corrupción y negligencia. Además, sus contratos colectivos otorgan privilegios que el resto de los ecuatorianos no disfrutamos. A pesar de esto, la producción petrolera se ha reducido y no se genera ni se distribuye energía suficiente para impulsar la demanda de una economía del siglo XXI.
Algunos defienden el modelo estatista porque les conviene mantenerlo. Sin embargo, es hora de fomentar un ecosistema que promueva la libre empresa, elimine los monopolios públicos y las prebendas de la burocracia dorada. La focalización de los subsidios a los combustibles es un paso acertado, pero si continuamos con el modelo actual, los ahorros obtenidos serán devorados por el voraz gasto estatal.
El déficit fiscal y la detención de pagos gubernamentales han llevado a ciertos sectores, que hacen negocios con instituciones públicas, a considerar la emisión de una moneda nacional. Eso, solo empobrecería aún más a la clase media y a los más vulnerables porque pierden poder adquisitivo. Es que la dolarización, aunque ha sido un ancla de estabilidad, también desenmascara la pésima gestión de los recursos públicos durante varios Gobiernos.
Requerimos un modelo que fomente el libre mercado para prosperar. Las reformas tributarias, en lugar de aumentar o crear impuestos, deberían impulsar la competitividad y apoyar a los trabajadores y negocios productivos. Solo así podremos superar los desafíos actuales y construir un futuro económico sólido para Ecuador.
Texto Expreso
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