Un equipo internacional de astrofísicos ha descubierto que los misteriosos «puntitos rojos» observados por el telescopio espacial James Webb son galaxias del Universo temprano. Unas excelentes fábricas de producir polvo, el material que con el tiempo se fusionará y dará lugar a los planetas.
El hallazgo, liderado por el Centro de Astrobiología (CAB), CSIC-INTA de Madrid, y publicado este martes 4 de junio de 2024 en la revista The Astrophysical Journal, ha sido posible gracias al MIRI. Este es el único instrumento del telescopio espacial que trabaja en el infrarrojo medio. Y permite observar objetos fríos, muy lejanos -como las primeras galaxias-, y objetos que están detrás de polvo.
En los tres primeros años de operaciones científicas, el Webb -una colaboración internacional entre la ESA, la NASA y la Agencia Espacial Canadiense- descubrió los llamados Little Red Dots (LRD) o pequeños puntos rojos o «puntitos rojos«, como se denominaron en español.
Gracias a nuevos datos tomados por MIRI, los científicos han descubierto que esos puntitos rojos son las fábricas de polvo más eficientes del Universo temprano. Un polvo muy distinto del que vemos en las galaxias cercanas y que está a mucha más temperatura.
Lo que indica una fuente de calentamiento muy energética como pueden ser estrellas muy jóvenes y masivas o agujeros negros supermasivos.
«Los puntitos rojos son muy numerosos en el Universo muy joven, cuando sólo tenía el 5% de su edad actual. Son muy rojos pero también bastante azules al mismo tiempo, dependiendo del rango espectral al que se mire. Esto suena paradójico, y de hecho no es común, no conocíamos objetos como estos antes de que James Webb los descubriera», explicó Pablo G. Pérez-González, investigador del CAB y primer autor del artículo.
En este estudio, MIRI ha demostrado que los puntitos rojos contienen grandes cantidades de polvo en forma de pequeños granos que contienen carbono. Este polvo está bastante caliente, no es como el polvo que vemos en las galaxias cercanas, que tiene temperaturas en torno a los -250 ºC.
«Las partículas de polvo en los puntitos rojos presentan temperaturas al menos tan altas como las de nuestros hornos, y pueden alcanzar las temperaturas de la lava de un volcán, sólo un poco menores de lo que se necesita para destruir esos granos de polvo», detalló Pérez-González.
«Estas grandes temperaturas se pueden alcanzar si el polvo se calienta por la enorme cantidad de energía que los agujeros negros supermasivos inyectan en su entorno, a medida que acumulan material y se convierten en lo que se conoce como núcleo galáctico activo (AGN)”, aclaró Jianwei Lyu, profesor asistente de investigación de la Universidad de Arizona y coautor del estudio.
El equipo cree que el origen del polvo y la fuente de calentamiento se debe a la presencia de una gran cantidad de estrellas muy, muy jóvenes y azules, lo que explica, además, los reflejos azules de los puntitos rojos.
«Estas estrellas son cientos de veces más masivas que nuestro Sol y viven períodos muy cortos, apenas unos pocos millones de años en lugar de los 4 500 millones de años que nuestro Sol ha existido y los 4 500 millones de años que aún vivirá. Estas estrellas recién formadas pueden producir enormes cantidades de polvo», según Pérez-González.
A la vista de estos datos, el equipo cree que probablemente estemos presenciando el primer gran evento de formación estelar de algunas de las galaxias más jóvenes conocidas.
«Ahora sabemos que el polvo se produjo en grandes cantidades en el Universo temprano, y eventualmente se fusionará para formar planetas, y probablemente vida en ellos», concluyó Pérez-González. (EFE)
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