Un tapiz de espejos verdes forma el humedal La Segua, el más grande del norte de Manabí, reconocido como el paraíso de las aves acuáticas. Se despliega en 1 836 hectáreas en la extensa sabana entre los cantones Tosagua y Chone.
Se puede ingresar por el sendero de San Antonio a las seis de la mañana que es la mejor hora para el avistamiento. El aleteo de las aves evidencia que no hay un rincón sin su presencia. 200 mil pájaros habitan en la reserva.
Una copa de árboles de guayacán y totora los camufla a lo largo de 600 metros hasta llegar a las riberas del manglar.
La gallareta común de pico rojo navega fácilmente mientras un pato cuervo se posa. El rojizo plumaje del pájaro brujo peruano contrasta con el verde de los árboles. Y cerca, un tirano tropical se distingue por su pecho amarillo.
Colchones de lechuguines y lotos de agua forman islas que se comparten entre el pantano y el lago para oxigenarlo. Durante el verano, un 27 % de su extensión está cubierta de aguas que provienen de los ríos Chone y Carrizal. Sus dos metros de profundidad permiten recorrer los canales a lo largo de cuatro kilómetros.
“En extensión el lago tiene alrededor de 540 hectáreas, pero también tenemos ciertas zonas que poseen espacios de plantas flotantes como las lechugas, los jacintos de agua y otras especies que dependen netamente del agua”, explica Juan Carlos Cevallos, guía del humedal La Segua.
Aquí hay crustáceos, camarones y 10 especies de peces, como el chame y la tilapia. Su humedal es fuente abundante del microplanton.
Las manadas de garzas predominan en el paisaje, hay unas 100 mil. Las más conocidas son las nibias, tricolor, estriada, nocturnas, corona negra y corona amarilla. También la espátula rosada cuyo pico se asemeja a una cuchara.
“La Segua tiene la particularidad que muchas especies que son difíciles de observar en Latinoamérica y el mundo aquí se las encuentra, por ejemplo las mirasoles y también la cigüeña americana que bordea una población grande de dos mil individuos”, menciona el guía Juan carlos cevallos.
Se han censado 226 especies de pájaros: 130 son permanentes y 96 migratorias convirtiendo este espacio en el tercero de la Costa ecuatoriana con más variedades foráneas. En junio llegan las de América del Sur mientras se van las que vinieron del norte del continente.
Hace un mes se detectó el canclón o gritador unicornio que solo se había visto en el manglar de churute. Se distingue por su tamaño de cinco centímetros y su gran capacidad de vuelo.
El humedal es un punto de encuentro para ornitólogos nacionales y extranjeros que documentan las especies en la aplicación E-Bird. Ellos establecen rutas migratorias y evalúan el riesgo de disminución poblacional.
El caimán de anteojos fue una especie a punto de extinguirse debido a la caza, ahora se reproduce en cautiverio, hay 60 ejemplares. De día se sumergen en su pantano y en las noches permanecen en la orilla.
Otros reptiles como tortugas y serpientes también forman parte de su ecosistema.
“He vivido siempre en el borde de La Segua, pero ahora como guía he aprendido a valorarlo y apreciar detalles como el canto de las aves, el humedal es como un padre que proporciona flora”, dijo Teresa Mendoza, guía del humedal La Segua
Cada año, unas dos mil personas visitan esta reserva hídrica cuidada por cinco guías de las comunidades aledañas.
La Segua es un humedal que desde inicios del milenio está en la lista de la Convención Ramsar, el tratado internacional más antiguo dedicado a la conservación de un ecosistema.
Texto original de Ecuavisa
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