El 1 de mayo, el Día Internacional del Trabajador, se conmemoró con diversas manifestaciones en América Latina, donde trabajadores de varios países salieron a las calles para exigir mejoras laborales y protestar contra las políticas económicas actuales, y algunos líderes prometieron mejoras y nuevas leyes, como el colombiano Gustavo Petro, el brasileño Lula da Silva, el chileno Gabriel Boric, el boliviano Luis Arce y el venezolano Nicolás Maduro.
En Buenos Aires, la Confederación General del Trabajo (CGT) lideró una gran movilización contra el «ajuste brutal» del Gobierno de Javier Milei.
Bajo el lema «La Patria no se vende», los trabajadores se congregaron en el «Canto al Trabajo», una escultura representativa del esfuerzo laboral, para denunciar los recortes en obras públicas, transporte, educación y programas sociales, así como la intervención en las negociaciones salariales.
«Todos los derechos sociales, laborales, sindicales y profesionales se encuentran amenazados», afirmó la CGT en un comunicado.
En São Paulo, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, prometió «más conquistas de derechos» para los trabajadores y apoyó a los pequeños y medianos emprendedores.
Antes de comenzar el acto, Lula firmó un decreto que amplía la exención del pago de impuesto de renta para quien cobra hasta 2 842 reales (unos 547 dólares o 512 euros) y prometió ampliar ese umbral para incluir los salarios de hasta 5 000 reales (cerca de 962 dólares o 900 euros).
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó el nuevo Fondo de Pensiones del Bienestar, prometiendo pensiones dignas para la primera generación de jubilados.
Con la creación de este fondo, el Gobierno mexicano busca asegurar una tasa de reemplazo del 100% para los trabajadores formales jubilados desde 1997.
Los primeros recursos de los que se allegará el nuevo fondo de pensiones serán transferidos desde las diez administradoras de fondos para el retiro (afores) que operan en el país, un monto que asciende a los 40 000 millones de pesos (unos 2 335 millones de dólares).
En Bogotá y otras ciudades principales de Colombia, los trabajadores se manifestaron en apoyo a las reformas laborales y pensionales propuestas por el Gobierno de Gustavo Petro.
Un sonriente Petro llegó a la manifestación rodeado por un ejército de guardaespaldas que se esforzaban por abrirle paso en medio de la multitud que no cesaba de corear su apellido.
«Te queremos, Petro», «Estamos contigo» y «Petro, amigo, el pueblo está contigo», eran los gritos que se escuchaban entre la multitud donde muchos trataban de darle la mano al presidente.
El mandatario colombiano aprovecho la marcha para asegurar que mantiene su compromiso con la mejora de las condiciones laborales y la justicia social.
En Quito, los sindicatos celebraron la victoria del «No» en el referéndum que rechazó la propuesta de contratos laborales por horas.
Esta victoria fue vista como un rechazo a las políticas económicas del presidente Daniel Noboa, quien ha enfrentado críticas por medidas percibidas como insuficientes para mejorar las condiciones laborales.
En Santiago de Chile, miles de personas marcharon para exigir salarios y pensiones dignas, y el presidente Gabriel Boric defendió la reducción de la jornada laboral a cuarenta horas semanales, destacando la necesidad de equidad social y mejor calidad de vida para los trabajadores.
«Uno de los problemas que tenemos en Chile es que nos falta cohesión social y para que haya cohesión social se requiere tiempo (…), se tiene que poner en el centro el derecho de las personas a compartir, a que no se vive para trabajar, se trabaja para vivir», indicó el mandatario en un acto celebrado en el Hospital del Trabajador.
La semana pasada comenzó a aplicarse la primera etapa de la ley que reduce de 45 a 40 horas la jornada laboral, una iniciativa aprobada con grandes apoyos el año pasado en el Parlamento y que convierte a Chile en el segundo país de la región, tras Ecuador, en fijar la jornada en 40 horas semanales.
En Bolivia, el presidente Luis Arce prometió que su Gobierno nunca sería «un instrumento del imperialismo», reafirmando su compromiso con los trabajadores y la industrialización del país.
Durante un acto en la ciudad de Cochabamba, Arce destacó los aumentos salariales y las leyes laborales recientemente aprobadas que benefician a los trabajadores.
Desde Caracas, el presidente Nicolás Maduro celebró el día con promesas de mejorar la economía y los derechos laborales. A pesar de las críticas de la oposición sobre la erosión de los derechos laborales, el mandatario enfatizó su plan económico y social para revitalizar el país.
«¡Feliz día, pueblo trabajador! Tenemos razones de sobra para celebrar, somos un río crecido de fe, conciencia, constancia y amor patrio. Hoy, el país se sostiene sobre los valores humanistas y socialistas que construimos y defendemos, estamos venciendo y dando una contundente demostración de dignidad al mundo, somos la expresión viva del verdadero sentido y significado de este día», escribió en la red social X.
Pero dirigentes opositores de Venezuela acusaron este miércoles al Gobierno de Maduro de «destruir» derechos laborales cuya recuperación -señalaron- pasa por un «cambio político» en el país, que se prepara para celebrar las presidenciales el próximo 28 de julio.
En cada país, el Día del Trabajador se celebró con un enfoque en la defensa y promoción de los derechos laborales, reflejando así una combinación de celebración y protesta frente a los desafíos económicos y políticos actuales. (EFE)
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