Si bien se suele pensar que la Inteligencia Artificial (IA) apareció de la noche a la mañana hace poco tiempo atrás con la llegada de ChatGPT, o las distintas herramientas de creación de imágenes como Midjourney o DALL·E, la verdad es que estamos frente a una tecnología que lleva muchos, muchos años en constante desarrollo y evolución. Siendo quizás muy esquemáticos, podríamos nombrar “A Logical Calculus of Ideas Immanent in Nervous Activity” de 1943, escrito por los científicos Warren McCullough y Walter Pitts, donde se plantea la creación de la primera red neuronal.
Más tarde, en 1950, el reconocido matemático Alan Turing se preguntó si las máquinas podrían pensar. También fue él quien creó, por supuesto, el famoso “test de Turing” que, por así decirlo, “mide” la capacidad de una máquina para poder imitar el comportamiento inteligente del ser humano. De aquí en adelante, podríamos seguir hablando y nombrando un montón de libros, documentos y gente relacionada con la ciencia que estuvo dándole vueltas a estos temas, siempre trayendo avances y aportando nueva información. No olvidemos que “Alien” en 1979, “Blade Runner” en 1982, “Terminator 2″ en 1991 e incluso “The Matrix” en 1999, planteaban futuros distópicos donde el ser humano convivía o padecía a la Inteligencia Artificial.
Más allá de este contexto, para comprender un poco por qué esta tecnología nos tomó por sorpresa, hay que entender también que lo que vivimos y experimentamos hoy es consecuencia de más de medio siglo de investigación dentro de una misma tecnología que siempre abrió debates, pero que hoy en día es el eje de una discusión cotidiana que no sólo se da, como antes, en científicos y especializados en el tema, sino que es parte de una charla entre amigos, una sobremesa. La IA llegó para ser una parte importante de nuestro día a día y era algo que ya nos había alcanzado sin darnos cuenta. Ese GPS que te dice cuál es la mejor ruta para tomar en cierto momento del día o, incluso, algo tan común como ese texto predictivo que el teclado de nuestro teléfono celular nos ofrece a la hora de redactar un mensaje.
La inminente llegada del S24 de Samsung al mercado es revolucionaria y puede marcar un hito histórico en este sentido, porque supone ser la primera empresa que se mete tan de lleno en este tópico haciendo llegar tan de cerca el futuro a las manos del consumidor. Samsung es una de las tres marcas líderes de telefonía celular junto a Apple y Xiaomi que, si bien tiene un ecosistema de productos muy amplio, sus teléfonos móviles siempre fueron sus productos más buscados. Desde hace años ya, la línea S se viene fortaleciendo con diferentes tecnologías para ofrecer una experiencia mucho más completa, pero el salto que da el S24 de cara al uso de la IA la coloca en otro lugar y, por eso mismo, esta nueva línea de teléfonos es denominada como “la nueva era”. ¿Por qué? Porque son los primeros en incorporar Galaxy AI (AI viene del término en inglés Artificial intelligence, a diferencia del castellano donde las siglas se invierten).
Galaxy AI no es un software, particularmente, sino que es un conjunto de herramientas que se integran de forma nativa a los dispositivos Samsung (en este caso, al Galaxy S24) y que, a diferencia de otros sistemas similares, están preparadas para potenciar la experiencia de la marca, utilizando el chip del celular para hacer todos los procesos. Esto le permite funcionar sin estar conectado a internet, por ejemplo, lo que significa que el equipo es el centro de esta propuesta. Uno de los detalles más destacables es que Galaxy AI utiliza su propio modelo de aprendizaje (Machine Learning y Deep Learning) sin usar la información que proporciona cada usuario, garantizando así la privacidad de cada uno.
Galaxy AI está potenciado por Samsung Gauss, que se trata de una IA generativa que podría pelearle cara a cara en un futuro a ChatGPT y Google Bard. Samsung Gauss se limita al ecosistema de Samsung. Esto genera que, por un lado, no sea algo de acceso masivo como los sistemas nombrados anteriormente, pero que, en consecuencia, su “limitado” trabajo sea a la vez expansivo dentro de cada dispositivo. De esa forma, Samsung Gauss tiene tres propósitos fuertes: Samsung Languages, Samsung Code y Samsung Image.
El primero tiene varias aristas. Samsung Languages nos va a permitir, por ejemplo, tener una llamada por voz con alguien en otro idioma y traducir de forma casi inmediata el nuestro al de la persona que tenemos del otro lado del altavoz. La otra persona no solo escuchará nuestra voz original, sino que también escuchará una traducción simultánea en su propio idioma. De la misma forma lo hará con el texto: siempre que utilicemos el teclado de Samsung, los mensajes que enviamos por WhatsApp, por solo nombrar una aplicación, tendrán su traducción debajo de forma instantánea, o podremos pedirle que cambie el tono de nuestro mensaje haciéndolo más formal, más corporativo, o más académico. Esto funciona con cualquier app con la que utilicemos el teclado de Samsung.
Samsung Code, por su parte, se alimenta de un montón de herramientas de IA que permiten que los desarrolladores puedan integrar sus trabajos a la plataforma de una forma mucho más ágil, dinámica y rápida.
Samsung Image permite el retoque fotográfico asistido por IA. Podremos modificar imágenes, borrar objetos, brillos, reflejos, o “completar” espacios vacíos. La IA toma otros frames del video o de la foto que hayamos seleccionado (en un proceso que lo hace de forma nativa) para entender y generar una imagen o un pedazo de imagen que logre tener coherencia con el resto. En este apartado especial, Samsung decidió que le va a agregar a cada imagen que utilice IA una marca de agua para que se diferencie de las fotos sin editar.
Acá volvemos al tema en debate. Hoy en día, existen grandes discusiones sobre la ética y la moral alrededor del uso de la Inteligencia Artificial. Aparecen grandes tópicos como los derechos de autor, el fin de la creatividad, y el alma de las creaciones artísticas. Este debate se puede ver, por ejemplo, en la película “Yo, Robot” (I, Robot – 2004), donde un robot hace un dibujo, y el dilema surge desde el punto de vista de que el artista puede crear una obra desde cero, mientras que la IA debe alimentarse de otras obras para crear la propia. En este sentido, hay muchas personas que están a favor y muchas que están en contra. Como cualquier revolución industrial o tecnológica, se plantea un cambio de paradigma pocas veces visto, donde diferentes rubros y trabajos se verán afectados hasta el nivel de dejar de necesitar al recurso humano para llevar adelante ciertas tareas.
Sin ir más lejos, hoy en día es algo que ya está pasando. En fotografía, muchas marcas de productos han dejado de contratar fotógrafos especializados, generando imágenes puntuales con IA y solo retocándolas con sus diseñadores internos. Lo mismo pasa con ilustradores, por solo nombrar algún rubro artístico. Si lo vemos desde un punto de vista de la producción, un artista tiene un costo por su trabajo, un tiempo para realizarlo y se pueden generar diferentes idas y vueltas hasta tener la pieza final. Utilizando una IA, esto se reduce a solo algunos minutos invertidos con alguien que sepa pedirle exactamente lo que se necesita a Midjourney, por un costo ínfimo.
Samsung, a quien pusimos como ejemplo por ser la primera compañía en ir un paso más allá con su Galaxy AI en su S24, es una de las tantas marcas y empresas que están trabajando con esta tecnología porque apuestan a que “nuestra vida sea más simple”. Estados Unidos tiene más del 40% de sus empresas trabajando en IA y apoyadas por diferentes agencias del gobierno. China, por su parte, tiene pensado invertir más de 150 mil millones hasta 2030 para potenciar a las 11 empresas dedicadas al tema. Israel tiene una conexión directa entre su ejército y el sector digital, siendo uno de los líderes en esta tecnología. La IA se puede implementar en diferentes rubros, como salud, finanzas, servicio al cliente, e incluso automatización industrial. Ya no hablamos de “una tecnología del futuro” sino de un futuro que nos alcanzó.
Texto original de Infobae
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