En 6 de marzo de 1927, nacía en Aracataca, Colombia, Gabriel García Márquez y, ahora coincidiendo con el 97 aniversario de esa efeméride, se rescata la que hasta el momento había sido la obra póstuma del autor y que nunca se había publicado.
Se trata de En agosto nos vemos, una pequeña y deliciosa novela corta de 122 páginas que publica Random House que, en principio, fue concebida para ser un cuento y que, después de varias reescrituras fue adquiriendo una mayor dimensión.
En el prólogo, sus hijos Rodrigo y Gonzalo García Barcha (presentes en la rueda de prensa de presentación de la novela), cuentan que fue el último proyecto de su padre cuando ya se encontraba enfermo y sufría pérdida de memoria. Sin embargo, siguió escribiendo en la medida de sus posibilidades y En agosto nos vemos constituiría ese postrero esfuerzo por seguir creando.
Fue una batalla personal para él, ya que no se sentía del todo satisfecho con el resultado. De ahí las muchas versiones que escribió para finalmente sentenciar que era mejor destruir el manuscrito. Sus hijos no lo hicieron y lo dejaron apartado por un tiempo hasta que, leyéndolo después, se dieron cuenta de los muchos méritos que tenía, entre ellos la capacidad de invención que siempre estuvo presente en su literatura, una narrativa cautivadora y su entendimiento del ser humano, en esta ocasión a través de la aventuras y desventuras del sexo y el amor.
“Creo que al igual que mi padre fue perdiendo la memoria, también fue perdiendo la capacidad lectora, de juzgar su propio trabajo”, ha dicho Gonzalo. “Si hubiera estado mejor de sus facultades, el libro no existiría, porque destruía todo lo que no le gustaba. Pero en este caso, había algo que creo que le intrigaba incluso a él mismo. Por eso es el último superviviente, ya no hay más libros que se puedan publicar de Gabo”.
Aliento feminista
La protagonista de esta historia se llama Ana Magdalena Bach y, todos los años en agosto, toma un trasbordador hasta la isla donde está enterrada su madre para llevarle gladiolos y hablar con ella junto a su tumba.
Esta especie de tradición, irá adquiriendo para ella un sentido muy especial y liberador. Su matrimonio está consolidado desde hace muchos años, tiene dos hijos y su vida es tranquila, pero estos viajes le harán sentir una serie de pulsiones que no había experimentado nunca.
En uno de esos agostos, tendrá relaciones con un desconocido y, a partir de ese momento, esperará esa escapada para tener una aventura fugaz pero que, de alguna manera, determinará su devenir. En total, cinco relatos a lo largo de cinco años en los que nos sumergiremos en la voz y los deseos de la protagonista.
Rodrigo García ha manifestado que esta obra entroncaba a la perfección con sus últimas novelas cortas, Del amor y otros demonios y Memoria de mis putas tristes, casi como si se tratara de una especie de coda que cierra a la perfección su obra. “Es cierto que que en todas las novelas de mi padre había grandes personajes femeninos, pero en muy pocos se convertían en el centro de todo. Y en este caso, creo que consiguió algo muy contemporáneo, hablar sobre el deseo de la mujer en la madurez. Porque siempre se ha hablado de Gabo refiriéndose al ‘realismo mágico’, pero la mayor parte de sus novelas son auténticos estudios psicológicos. Así que, en este caso, podríamos considerarla como una obra en la que la mujer sí es el núcleo”.
Proceso de edición hasta llegar a la obra final
Tanto Gonzalo como Rodrigo, no saben estimar cuándo comenzó a escribir su padre este trabajo, porque muchas de sus ideas las iba repensando incluso a lo largo de décadas. De lo que sí queda constancia es que el 18 de marzo de 1999 en Casa América de Madrid, leyó el primer fragmento de esta novela, sorprendiendo a todos los asistentes, y poco después se publicó en el periódico El País. Más tarde, aparecería otro de sus cuentos, el tercero de lo que sería la novela titulado La noche del eclipse.
Las últimas páginas de En agosto nos vemos corresponden precisamente al editor Cristóbal Pera, director de Random House en México y amigo de la familia donde nos explica las claves del proceso de recuperación de la novela, que le llevan de un documento digital que guardó su fiel secretaria Mónica Alonso y las distintas versiones del manuscrito que el mismo Gabo iba modificando y en las que anotaba los cambios y las diversas opciones en los márgenes. Algunas de estas páginas, se incluyen como regalo al final de la novela.
“No se ha agregado nada que no estuviera presente en los últimos originales. Es cierto que en algún momento se comentó que carecía un final, pero el mismo Cristóbal Pera nos confirmó que sí lo tenía e incluso lo llegaron a leer juntos. Así, no se ha hecho un trabajo de agregar nada, todo estaba ahí, solo que la información estaba dispersa en los diferentes originales, así que su trabajo fue de arqueología, de recolectar los detalles que estaban presentes en todos los mecanoscritos”, ha dicho Gonzalo García. “Ha sido una labor de corroboración de datos, que es algo que hace cualquier editor”.
Reconocen que no querían dejar cabos sueltos. La obra se podía ya leer en el Harry Ramson Center de la Universidad de Texas, donde se custodian los archivos del escritor y muchos académicos ya habían tenido acceso a los manuscritos. “A mí me deja muy tranquilo que toda la obra de Gabo esté por fin a disposición de los lectores. Tarde o temprano iba a salir, y que haya sido ahora, nos hace muy felices”.
Texto original de Infobae
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