Muchas veces, en clases, a los estudiantes comparto la “metáfora de los zapatos de punta de acero” que, frente a la trampa de determinados empresarios, hay que, a esos tramposos, darles con esos zapatos duros donde más les duela, es decir, con ello, lo que se está diciendo es que hay que caerles con todo el peso de la ley a esos inescrupulosos propietarios de empresas; ya que, a los buenos -que existen muchos-, más bien hay que apoyarles.
Esto que se acaba de resaltar se debería aplicar, de forma inmediata, a todos los involucrados en la explosiva denuncia que surgió hace poco sobre productos alimenticos contaminados por el uso de canela acompañada de plomo. Y, claro, como no es de extrañarse -debido a la escasa o nula vigilancia de las autoridades nacionales-, esto no fue detectado acá en Ecuador, sino fue en Estados Unidos, gracias a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), en donde detectaron este grave problema que atenta a la salud humana.
Con este acontecimiento surge la pregunta: ¿Dónde están los organismos de control de la calidad de los productos y de cuidado de la salud humana del Ecuador?; ya que, parece, están pintados en la pared y no hacen nada y, claro, bajo ese escenario surge el terreno propicio para que, como peces en el agua, emerjan empresarios corruptos para hacer trampas que, deshumanamente -sin importarles nada-, ponen en riesgo la salud de las personas.
Interesándoles, más bien, “ganar, ganar y ganar dinero” sin importar los medios que, basados en la creatividad al servicio al mal, utilizan para llenarse -da la impresión-, en contubernio con varias de las autoridades nacionales, los bolsillos de dinero proveniente del atentado que realizan a la salud humana.
En este escenario dudoso, la otra pregunta que viene a la mente es: ¿En qué otros productos -que se consume diariamente- también habrá sorpresas, por un lado, en la forma en que son producidos y, por otro, en los contenidos -materiales, materias primas y accesorios- que poseen y que, probablemente, atentan a la salud de las personas?
Esto, definitivamente, debe ser de atención prioritaria, pero parece que las preguntas de la Consulta Popular, luego la construcción de cárceles y, ahora, la necesidad de recursos fiscales para combatir la violencia y la necesidades estatales apremiantes han llenado la preocupación nacional; dejando, así, de lado un problema que, de lo que se ve, ha estado presente, desde hace mucho tiempo, como una de las causas de graves enfermedades que, lentamente, van matando a los ecuatorianos por las trampas de ciertas empresas y, por supuesto, por la acción poco efectiva o, simplemente, omisión premeditada de los organismos de control de la calidad y cuidado de la salud del consumidor.
Por otro lado, esta situación indignante que está sucediendo, también afecta a la imagen de nuevos o antiguos productos que buscan mercados en otros países; ya que, no será raro, cuando vean “hecho en Ecuador” empezarán a dudar porque la institucionalidad controladora ecuatoriana no funciona. Es decir, el costo de esta mala práctica -detectada a partir de la denuncia de la FDA– va resultando altamente elevado para la marca país.
Finalmente, el llamado es a que no se juegue con la salud humana producto de pésimas instituciones de control de la calidad y de empresas inescrupulosas que, en vez de ser más competitivas sobre mejoras a la calidad, productividad e innovación, más bien se dedican a gastar tiempo y neuronas para poner a la máxima potencia la CREATIVIDAD AL SERVICIO DEL MAL.
Y, claro, toda esta historia de acción negativa hacia los consumidores tiene relación con acciones livianas -empezando por la Ley Orgánica de Defensa del Consumidor- que se han puesto en vigencia. Por ejemplo, bajo el pretexto de “flexibilizar, para agilitar la tramitología”, lo que ha ocurrido es que, frente a una institucionalidad débil, el supuesto aceleramiento de los trámites ha conducido es a crear el terreno fértil para que florezca la trampa y la corrupción.
Cuando, si, realmente, se hubiera realizado bien la mejora de los trámites, primero, se habrían eliminado los pasos burocráticos innecesarios que, muchas veces, solo sirven para potenciar la corrupción como medio de su aceleramiento y, segundo, usando bien los medios tecnológicos se tendrían buenas bases de una “tramitología con la cual sea fácil trabajar”.
Dentro de las acciones para acelerar los trámites, también, se han creado formas de “control posterior” que, para su efectividad, deberían ser aplicados con mucha responsabilidad y minuciosidad; debido a que, con estos, nuevamente, por supuestamente agilitar los trámites de cumplimiento de los requisitos básicos de productos nacionales e importados, se terminan haciendo cuando el producto ya está en mercado y, por supuesto -por sentido común-, ya generando -si tiene algún problema de calidad- efectos negativos en la salud y bienestar de un consumidor que confía en las empresas y autoridades de control.
Y el otro punto -que es vital- tiene relación con la obligación y responsabilidad natural de las propias empresas por producir haciendo bien y éticamente los bienes y/o servicios; lo cual, en última instancia, será la carta de presentación para que, como facilitadora directa, incluso el trámite sea más rápido. También abonará al “bien hecho de los productos”, el aprovisionamiento de insumos para su producción sobre la base de un análisis minucioso del proveedor, siendo, para ello, necesarias sendas pruebas técnicas de lo que se compra; ya que, al final, una mala calidad de materiales y materias primas terminará afectando negativamente a la imagen de quien las usa; llevando, cuando no hay esta prolijidad en el abastecimiento, al típico ejercicio de encontrar culpables hacia atrás cuando, siendo realistas, el nombre de la empresa ya se afectó -esto, en los últimos acontecimientos de contaminación de alimentos en Ecuador, es lo que se está evidenciando y que se pudo prevenir-.
Como se ve, hay mucho por hacer para, efectivamente, lograr un país competitivo respaldado por empresas que, para su accionar, tienen como base de funcionamiento la mejora continua de la calidad, productividad, innovación y comportamiento ético a todo nivel; sin ellos, definitivamente, seguiremos siendo simples espectadores del progreso de otros países que sí lo hacen y, además, seguiremos siendo testigos de estas malas prácticas de contaminación de productos que, al final, es un medio de envenenamiento colectivo lento que se debe parar sancionando con todo el rigor de la ley a esa empresas “sinvergüenzas” y “tramposas” seguidoras de los principios de la “creatividad al servicio del mal”.
Estamos, todavía a tiempo, ¡Porque un Ecuador Mejor Sí es Posible!
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Buen artículo Dr. Wilson Araque. Felicitaciones por esas frases, concuerdo en que hay personas que se especializan en poner …las neuronas creativas al servicio del mal…
excelente, Ecuador merece lo mejor y podemos hacerlo!
La corrupción en todos los niveles.
Donde están las autoridades de control o no existen ???????