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Quito: la Medellín del siglo pasado

Katerinne Orquera
Universidad Andina Simón Bolívar
miércoles, septiembre 6, 2023
El desorden y la inseguridad que vive Quito en este momento trae a la memoria la violenta Medellín de los ochenta, marcada, entre muchos otros delitos, por los asesinatos selectivos de jueces, abogados y periodistas que investigaban al narcotráfico y sus vínculos con la política, y los estallidos de coches bomba
Tiempo de lectura: 2 minutos

 

El jueves 31, la ciudad cierra agosto con la novedad de dos coches bomba explotados en su centro comercial y financiero. De acuerdo con la Policía, hay seis involucrados que ya habían sido detenidos anteriormente por extorsión, robo, asesinato, pero que habían salido ‘con medidas sustitutivas’. El desorden y la inseguridad que vive Quito en este momento trae a la memoria la violenta Medellín de los ochenta, marcada, entre muchos otros delitos, por los asesinatos selectivos de jueces, abogados y periodistas que investigaban al narcotráfico y sus vínculos con la política, y los estallidos de coches bomba, como los ocurridos frente al edificio Mónaco (residencia de la familia Escobar) o en las instalaciones de ‘El Colombiano’, todos sucedidos antes de 1989, año ‘del horror’, por el incremento de la violencia.

La escalada del terror en Quito, que antes ya había infectado a todo el país, no puede menos que recordarnos el poema del pastor luterano Martin Niemöller sobre la cobardía de los intelectuales ante el ascenso del nacional socialismo al poder en Alemania: ‘Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista, cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, ya que no era socialdemócrata, cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, ya que no era sindicalista, cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, ya que no era judío, Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar’.

Antes de que no quede nadie de nosotros, Quito requiere salir de la estupefacción. Y el mejor ejemplo es la propia Medellín, cuya sociedad civil se organizó en redes sociales que crearon un sentido de futuro para la ciudad y su gente, mediante la participación comunitaria y la creatividad como opción de resistir a la violencia y con el arte, en todas sus formas (música, danza, literatura, comparsas, teatro, pintura, poesía, grafiti), como militancia por la vida.

Texto original publicado en El Comercio

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