Es sábado por la noche en L’Haÿ Les Roses, localidad al sur de París, y su alcalde, Vincent Jeanbrun, está en el ayuntamiento haciendo seguimiento de la fuerte ola de disturbios que vive Francia desde el pasado miércoles. En su casa se encuentran su mujer y sus hijos, de tres y siete años. De madrugada, varios individuos encapuchados empotran un coche contra la vivienda. La mujer resulta herida en la pierna cuando trata de huir con sus hijos por la parte trasera.
El ataque tiene lugar en la quinta noche de violencia y saqueos en el país tras la muerte el martes de Nahel, un joven de 17 años, por el tiro de un agente de policía en un control en Nanterre, una localidad de las afueras de París. Este es el suceso que desata la ira, primero de las barriadas, y después de las ciudades. El ataque a Jeanbrun ha marcado un punto de inflexión, ha “traspasado una línea roja”. En un momento en el que en algunas zonas se empieza a recuperar la tranquilidad tras días de altercados y cae el número de detenidos, los ataques que hay son más dirigidos, La muerte de Nahel quedó lejos, pero muchos la aprovechan para ejercer sus actos violentos.
Los atacantes desconfían de las instituciones. Los principales pilares de la República francesa son la educación, justicia y orden público. Por eso atacan comisarias, escuelas y alcaldías, sus símbolos.
“Se ha cruzado una línea roja”, señaló del prefecto de la Policía de París, Laurent Nuñez. Desde que empezaron los disturbios ha habido centenares de ataques a instituciones y edificios públicos, entre ellos alcaldías. “Esta noche se ha traspasado un límite en el horror y la ignominia”, dijo el político, que acaba de ser nombrado portavoz del partido Los Republicanos. “No voy a recular y seguiré defendiendo la República”, señaló en Twitter.
Es mediodía en L’Haÿ Les Roses, localidad de 32.000 habitantes, más tranquila en apariencia que otros barrios de la periferia parisina que han protagonizado los disturbios estos días. La calle donde está la casa del alcalde, en una zona con chalets adosadas, están aún acordonada y protegida a ambos lados por varias patrullas de policía.
Una mujer que pasea con su bicicleta intenta dar una explicación a lo sucedido: “El ataque es terrible. El problema es que no se dan alternativas a la gente en los barrios populares. Si les das espacios donde hacer otras cosas que no sea quemar o destrozar, limitarán esos actos. Lo que va a parar la violencia no es poner a policías disparando pelotas de goma o gases lacrimógenos, si no dar alternativas”, opina la vecina.
Toda la clase política ha condenado el ataque. “Es un grado suplementario dentro del horror”, ha dicho el presidente de los Republicanos, Eric Ciotti. Coincide Jordan Bardella, de Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen: “Se ha cruzado una nueva etapa en la ola de violencia”. “Es un acto de cobardía inaceptable”, coincidió el ministro del Interior, Gérald Darmanin, que se desplazó a la zona junto con la primera ministra, Élisabeth Borne, para mostrar su apoyo al alcalde.
Las dos últimas noches ha descendido el número de detenidos, y los disturbios ahora se concentraban sobre todo en ciudades como Marsella, que se blindaba este domingo para una sexta noche de altercados. Macron preside hoy una reunión para valorar la situación. El Gobierno no quiere cantar victoria y ha decidido mantener el dispositivo policial de los últimos tres días, con 45.000 policías en las calles. De los 1.300 detenidos el viernes, día más difícil desde que empezó esta crisis, el sábado se pasó a los 700, casi la mitad.
Tras días de caos en las calles de todo el país la abuela de Nahel, el joven fallecido el martes, pidió que cese la violencia y que no se use a su nieto para justificar todo lo que está pasando. “A la gente que está causando los destrozos, les digo: ‘Parad, no rompáis cristales, ni ataquéis escuelas ni autobuses. Parad, son las madres las que cogen los autobuses, las que salen a la calle. Ya no tenemos coches, ya no nos queda nada’», ha dicho la abuela del joven a la cadena BFMTV. En Aulnay-Sous-Bois, otro barrio popular del extrarradio parisino, un grupo de madres de familia recorrían varios barrios para pedir que cese la violencia.
La asociación de los alcaldes de Francia ha convocado concentraciones hoy en todas las alcaldías francesas en apoyo a Jeanbrun y en protesta por la violencia que están sufriendo sus sedes. Hace unos meses, en otro contexto diferente al de los actuales altercados, otro alcalde (el de Saint-Brévin) fue atacado en su vivienda, en este caso por radicales de ultraderecha. Tenía escolta. Tras el ataque presentó su dimisión. Hay más de 1.000 cargos electos que han renunciado al puesto desde 2022 por amenazas.
En Europa empieza a haber inquietud por todo lo que está sucediendo. El canciller alemán, Olaf Scholz, mostró su preocupación. Macron había cancelado el sábado el viaje previsto a Berlín. “Estamos observando con preocupación lo que está sucediendo en Francia y estoy totalmente convencido de que el jefe de Estado francés encontrará los medios para que la situación mejore rápidamente”, dijo el canciller alemán en una entrevista con el canal de televisión ARD.
El que tuvo que cancelar su visita a Francia por la violencia fue el Rey Carlos III. Anuló su visita, en este caso porque el país estaba en medio de las protestas por la aprobación de la polémica reforma de las pensiones de Macron. Ambos acordaron posponer la visita para más adelante.
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