Un hombre se hizo un análisis genético el pasado abril en Buenos Aires. Su nombre no se ha hecho público, pero este viernes se ha enterado toda Argentina: era el hijo de Cristina Navajas, una mujer que fue secuestrada en 1976 por la dictadura de ese país cuando tenía 27 años y apenas unas semanas de embarazo. El bebé nació en cautiverio, fue entregado a una familia de usurpadores y su identidad le fue negada durante décadas. Este viernes se convirtió en el nieto número 133 que han recuperado las Abuelas de Plaza de Mayo: tiene 46 años y acaba de conocer a su familia.
Las Abuelas tienen un método infalible para recuperar a los nietos desaparecidos desde principios de los años ochenta: los datos genéticos de las familias que buscan están almacenados en un archivo público y se contrastan con quienes tocan a la puerta con dudas sobre su identidad. Pero la única manera de hallar un nieto es que esas personas decidan acudir a hacerse el análisis de ADN, algo que las Abuelas impulsan con campañas en las que ha participado hasta Lionel Messi. Esta semana, mientras las Abuelas preparaban el anuncio de la recuperación de un nuevo nieto, el proyecto artístico de un director de arte publicitario se ha convertido en una de las campañas más masivas de los últimos tiempos.
Santiago Barros, de 46 años, ha recreado cómo se verían hoy alrededor de 50 personas nacidas en los setenta en centros de detención clandestinos o secuestradas por la dictadura militar cuando apenas tenían unos meses de vida. Su proyecto, que difunde en una cuenta privada de Instagram llamada IAbuelas, ha aparecido en prácticamente todos los medios nacionales y ha creado una comunidad de más de 10.000 seguidores. “La inteligencia artificial no puede generar los retratos con parámetros científicos. Esto no es una herramienta de búsqueda de Abuelas, es solo un ejercicio de memoria y de denuncia”, advierte Barros en conversación con EL PAÍS. “Es un recordatorio del horror, de que esos crímenes pasaron y siguen pasando: una persona con una identidad expropiada es un delito que continúa, que se sigue cometiendo hoy”.
El proceso, describe, es simple: un par de indicaciones a la aplicación Midjourney, que crea la imagen a partir de los retratos de los padres. En la mayoría de casos, Barros se apoyó en el archivo de fotografías de las Abuelas de Plaza de Mayo, pero cuenta que muchas familias le han enviado más fotografías para su trabajo. “Vuelco las fotografías en la aplicación y pido que las mezclen en una persona de 45 años, un varón y una mujer, e intervengo cuando veo que esas personas tienen un rasgo saliente”, cuenta. “Me interesaba ir más allá de una idea muy establecida: cuando nos referimos a los nietos desaparecidos, quedó esa idea de que son bebés porque se los apropiaron al nacer, pero ahora son personas de mi edad”.
Con @IAbuelas, Barros ha podido recrear cómo se verían esos niños robados hoy. En la mayoría de los casos, publica retratos de varones y mujeres, sin certezas sobre fechas o géneros. En otros, tiene más datos. Barros ha podido imaginar cómo se verían personas como Clara Anahí Mariani, que el próximo 12 de agosto cumpliría 47 años, gracias a los retratos disponibles de sus padres. Clara Anahí fue secuestrada cuando tenía poco más de tres meses. Hija de Diana Teruggi Daniel Mariani, nació el 12 de agosto de 1976, y fue la única sobreviviente del ataque en su casa que mató a su madre y a otros cuatro militantes de Montoneros, el brazo armado del peronismo. La fotografía que le tomaron cuando era una bebé es una de las grandes postales de esa época trágica.
Desde Abuelas de Plaza de Mayo han agradecido el “acompañamiento permanente” de esta clase de iniciativas que apoyan su búsqueda, pero han advertido de que “esta iniciativa no es científica, sino artística-lúdica”. “Hasta el momento, el único método infalible para vincular a un nieto o nieta con su familia de origen es a través del entrecruzamiento genético en el Banco Nacional de Datos Genéticos”, han publicado en un comunicado. “Por lo tanto, insistimos con que esta cuenta de IG resulta impactante por los rostros que arroja, pero que, no obstante, carece de exactitud en sus resultados. Es por eso que si no te ves parecido a ninguno de esos rostros, de igual modo podrías ser uno de los nietos que estamos buscando”.
Texto original publicado en El País
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