La Cumbre del Nuevo Pacto Financiero Global podría ser vista solo como otra reunión internacional que se suma a las conferencias climáticas periódicas de las partes (COP) y a las reuniones del G7 y el G20, las siete y las veinte economías más avanzadas del mundo.
Pero el presidente francés, Emmanuel Macron, insistió durante la conferencia de prensa del cierre en que la cumbre fue un momento decisivo. “Estos dos días nos permitieron construir un nuevo consenso para el planeta. Hemos concluido con un documento que detalla una visión política compartida que estructura el camino hacia una profunda reforma de la arquitectura y la gobernanza financiera internacional”, dijo.
“Esta cumbre está diseñada para construir unidad entre los miembros de la comunidad internacional, tomando en cuenta nuestra respuesta al doble desafío al que nos enfrentamos: la lucha contra las desigualdades y el cambio climático”, añadió Macron.
De acuerdo con la declaración de clausura, los países desarrollados han cumplido ahora con su objetivo, establecido en 2021, de transferir 100.000 millones de sus derechos especiales de giro (DEG) a los países en desarrollo. Los DEG dan acceso a los activos de reserva internacional en poder del Fondo Monetario Internacional (FMI), que se pueden cambiar por moneda.
Los participantes en la cumbre indicaron que la meta de 2015 de proporcionar 100.000 millones de DEG para apoyar la acción climática en los países en desarrollo hasta 2020, probablemente se alcanzará este año. También prometieron 200.000 millones de capacidad crediticia adicional durante los próximos diez años. Y acordaron la reestructuración de 6.300 millones de la deuda de Zambia. Los participantes igualmente establecieron un nuevo fondo de biodiversidad.
La reunión en París podría ser un punto de inflexión
Olivier Damette, profesor de Economía de la Universidad de Lorena e investigador asociado de la Cátedra de Economía Climática de París, está de acuerdo en que la reunión podría representar un punto de inflexión.
“El mundo está enfrentando múltiples crisis. La pobreza y la deuda pública se han disparado en los últimos años, también debido a la pandemia de COVID-19. Más y más países en desarrollo están al borde del default, el cambio climático muestra cada vez más su impacto, y hay una pérdida de confianza en las instituciones nacionales e internacionales”, dice a DW.
“Por primera vez, los líderes se reunieron ahora para hablar sobre todos estos desafíos diferentes a la vez; las cumbres anteriores trataron los temas por separado”, agregó Damette. Enfatizó que las instituciones financieras actuales ya no están preparadas para tratar con una situación como esta.
“El Banco Mundial y el FMI, creados después del acuerdo de Bretton Woods, de 1944, están ubicados en Estados Unidos, dirigidos por EE. UU. Y el G7, y, en gran medida, tiene un enfoque de arriba hacia abajo”, señaló. Además, no están preparados para enfrentar los nuevos desafíos, dijo.
Nuevo esquema de financiación para países en desarrollo
Claire Eschalier, directora de proyectos en el laboratorio de ideas Instituto de Economía Climática, con sede en la capital francesa, opina que es lógico aplicar más un método de abajo hacia arriba. “La mayoría de las financiaciones se dedicaron en el pasado a proyectos específicos, mientras debería haber un aporte más sistémico, para tener un mayor impacto”, dijo a DW, añadiendo que la llamada Sociedad para una Transición Energética Justa (STEJ) fue un primer paso en la dirección correcta. Bajo ese esquema, las naciones más ricas acompañan a los países que dependen de los combustibles fósiles en su camino hacia la energía limpia, mientras abordan las consecuencias sociales de la transición.
Isabelle Albert, de Wind Capital, con sede en París, está de acuerdo en que la cumbre ha producido algunos resultados tangibles.
“Es positivo que ahora se alcance el objetivo de transferencia de DEG y que los participantes hayan acordado establecer un fondo de biodiversidad, ya que ecosistemas como la selva amazónica son cruciales para preservar nuestro clima”, dijo a DW.
“Esto puede ayudar a restablecer cierta confianza, aunque los países en desarrollo todavía están esperando que se materialicen otros compromisos de las naciones más ricas, como los montos prometidos en la COP15, en 2009”, agregó.
Pero la experta cree que es demasiado pronto para evaluar el resultado de la reunión. “Este es un primer paso en la dirección correcta, pero las cumbres como esta están para marcar el camino: la historia, los próximos meses y años, dirán si seremos capaces de lograr una transición justa”, dijo Albert.
“Esperemos que el acuerdo de hoy ayude a que la COP28 que tendrá lugar en Dubái a finales de este año sea un éxito después de los escasos resultados de la COP27 en Egipto el año pasado”, agregó. En la COP27, las naciones no se comprometieron con las medidas necesarias para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados hasta 2030.
(cp/ers)
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