La próxima vez que la Nasa viaje a la Luna intentará quedarse bajo el programa Artemis. La agencia espacial estadounidense planea mantener una presencia humana, por primera vez en la historia, en un cuerpo celeste distinto a la Tierra.
Pero para construir una base lunar se necesitarán generadores de energía, vehículos y hábitats. Por ello, la industria espacial ya está en carrera para alcanzar esos retos tecnológicos, incluso Dynetics reveló su prototipo el mes pasado en el Simposio Espacial de Colorado Springs.
Sin embargo, Jim Free, administrador asociado de la NASA, reveló que será después de las misiones Artemis 7 cuando empezarán a buscar «añadir habitaciones permanentes en la superficie». La misión Artemis 3, la primera que planea alunizar, no ocurrirá antes del final de esta década, así que los hábitats empezarían a construirse recién después de 2030.
A pesar de que las fechas se ven lejanas, las compañías están ansiosas por hallar soluciones. Por ello, Crescent Space planea instalar un par de satélites para convertirse en el proveedor de internet y GPS de la Luna.
Medida que aliviaría la tensión en la Red del Espacio Profundo de la NASA, que amenaza con sobrecalentarse ante todas las próximas misiones, incluidas las privadas. Joe London, director ejecutivo de Crescent Space, estima que el valor del mercado lunar será de «100 000 millones de dólares a lo largo de los próximos 10 años».
Y el siguiente paso será encender las luces. Para ello, intervendrá Astrobotic, con 220 empleados, una de las tres compañías seleccionadas por la NASA para desarrollar paneles solares. Deben instalarse verticalmente debido a que en el polo sur de la Luna, el destino preferido por la presencia de agua en forma de hielo, el sol apenas se asoma por el horizonte.
Estos paneles serán de unos 18 metros de alto y estarán conectados por cables de varios kilómetros. Además, estarán fijados a vehículos para llevarlos a diferentes ubicaciones.
Para sus expediciones científicas, la NASA encomendó a la industria desarrollar para 2028 un «rover» despresurizado (descapotable) para dos personas. Y a diferencia de los «rovers» en las misiones Apolo, podrán operar de manera autónoma para salidas sin astronauta.
Esto implica que puedan sobrevivir a las heladas noches lunares, que pueden durar hasta dos semanas, con temperaturas que caen hasta los -170 ºC.
Muchas compañías ya dieron el primer paso. Lockheed Martin, quien se asoció con General Motors, para apoyarse en la experiencia del gigante de los vehículos eléctricos y todoterreno.
Y de igual manera, Dynetics, subsidiaria de ingeniería del gigante Leidos, unió fuerzas con Nascar. Su prototipo, que alcanzará una velocidad máxima de 15 km/h, incluye un brazo robótico y ruedas de metal trenzadas para maximizar la tracción en la superficie arenosa y manipular cualquier encuentro con rocas.
Hasta mayo de este año, la NASA aún no ha anunciado la empresa o empresas seleccionadas. Sin embargo, la NASA está trabajando con la agencia espacial japonesa JAXA en un vehículo presurizado en el que los astronautas no necesitarán usar sus trajes.
La NASA otorgó un contrato por 57,2 millones de dólares a Icon, una compañía con sede en Texas que se especializa en impresión 3D, para desarrollar la tecnología necesaria para construir caminos, pistas de aterrizaje y viviendas. La idea es usar el suelo lunar como material.
Otras compañías, como Lockheed Martin, están desarrollando prototipos de viviendas inflables. Adentro habría habitaciones, una cocina y un espacio para instrumentos científicos.
El concepto básico detrás del regreso a la Luna con Artemis es ayudar a la NASA a prepararse para misiones más lejanas a Marte.
Con información de AFP
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