Son escasas las ocasiones en que se desarrollan procesos de participación democrática directa en condiciones óptimas, puesto que aquellos normalmente se impulsan para cambiar situaciones o circunstancias no deseadas y de preocupación general, que pueden tener que ver con la gobernabilidad, el campo económico, la explotación de recursos del subsuelo, la agenda social o hasta con el funcionamiento de las instituciones públicas, así como también para decidir cuestiones específicas contempladas en los planes de trabajo de los gobiernos de turno. Las “Elecciones Seccionales, CPCCS y Referéndum 2023”, como lo denomina el Consejo Nacional Electoral abarca todas esas complejas temáticas.
Un escenario idóneo para receptar el voto popular en una consulta podría configurarse con elementos que, aunque deseables, en nuestro medio aún son escasos. Qué diferente sería si existiese una cultura política y ciudadana instalada en el corazón y la mente de cada compatriota; si la consulta y otros asuntos puestos a consideración del pueblo fuesen claros y transparentes, sin el riesgo de ser malentendidos por todos; si los candidatos a autoridades de los gobiernos locales hubiesen tenido la sabiduría y pedagogía suficientes para plantear propuestas realistas viables; si el proceso de campaña no se hubiese tornado una especie de circo y baratillo de ofertas donde muchos candidatos dieron rienda suelta a su alma populista con tal de ganar adeptos; si cada tema involucrado en este proceso hubiese tenido el espacio necesario para ser debatido y difundido adecuadamente, sin contaminación con propósitos políticos coyunturales, mezquinos e interesados; si no hubiese ocurrido una fragmentación política tan profunda.
Pero las condiciones más favorables para este tipo de procesos democráticos suelen ser esquivas, en países como el nuestro o en los desarrollados, debido a que casi nunca sintonizan plenamente las agendas políticas, lo anhelos ciudadanos y las condiciones en las que se debate un país. A los elementos en contra que enunciamos antes pueden sumarse otros de nuestra realidad actual, como la crisis económica, el desempleo, la baja popularidad del gobierno y de instituciones básicas para la democracia. Tal vez por estos motivos la tónica de los últimos meses ha sido de apatía total y desinterés, de quemeimportismo e ignorancia sobre el proceso.
Estamos ante un nuevo ejercicio democrático que, como otros anteriores, en sus resultados traerá sorpresas y desencantos, y de ninguna manera generará cambios profundos en frentes urgentes como el social y económico, en la institucionalidad y en el combate efectivo de la corrupción. No olvidemos que tampoco ayudará mucho en el contexto presente el alto nivel de indecisos existente, así como ciertos sondeos de opinión o encuestas a pedido del mejor postor, con resultados manipulados para desinformar y confundir, todo ello agravado por su difusión en redes sociales.
Afirmaba el ex primer ministro británico Winston Churchill, es verdad que: “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”, agregamos que de lejos además es superior que un régimen totalitario o una dictadura. Estas incontrastables posiciones deben impulsarnos a todos a ser ciudadanos responsables, para educarnos y elegir en las urnas las mejores opciones que se nos presentan, en el deseo de construir un país con futuro prometedor. En las “Elecciones Seccionales, CPCCS y Referéndum 2023” de esta fecha, ejerce tu voto con la razón.
Texto original publicado en El Telégrafo
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