Hoy, 22 de febrero de 2023, se cumplen cuatro meses desde que el Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias (Sngre) emitió la última alerta amarilla por el volcán Cotopaxi. La decisión se tomó como medida de precaución, basándose en un informe del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (Igepn). El objetivo de esta medida fue mantener y fortalecer el monitoreo y las actividades de capacitación, prevención, preparación y respuesta necesarias.
El informe del Geofísico indicó que el tremor registrado el viernes 21 de octubre de 2022 fue el mayor reporte de actividad después del proceso eruptivo de 2015. En los últimos días, el volcán ha estado en un estado de nubosidad parcial.
Aunque la alerta se levantó hace semanas, los municipios y las autoridades han seguido implementando sus planes de contingencia y llevando a cabo simulacros para preparar a la población en caso de una nueva posible alerta.
¿Proceso eruptivo en proceso?
El nuevo proceso eruptivo del volcán Cotopaxi, que empezó en octubre del 2022, sigue y la divulgación de la contingencia es una tarea urgente. La idea es que en las parroquias en riesgo sepan qué hacer ante una emergencia.
De acuerdo con los escenarios establecidos por el IG, una erupción del Cotopaxi afectaría a zonas pobladas de cuatro provincias: Cotopaxi, Pichincha, Tungurahua y Napo.
En Quito, hay una amenaza entre media y media alta en las parroquias de Alangasí, Cumbayá, Guangopolo, Nayón, Píntag, Tumbaco y Conocoto. El Municipio calcula que al menos 19 000 personas tendrían algún tipo de impacto ante este evento.
Hasta allí podrían llegar los lahares que descenderían del Cotopaxi por sus desfogues naturales. En el caso de estos valles, por las quebradas de los Pita y San Pedro que actualmente mantienen un caudal mínimo.
La ceniza -dependiendo del tipo de explosión- también caería en estas parroquias o se extendería hacia la zona sur del Distrito, según la dirección del viento.
Es importante destacar que el Cotopaxi es el volcán más activo de Ecuador y que tiene mayor monitoreo (a través de 60 estaciones).Así lo insistió Patricia Mothes, vulcanóloga del Instituto Geofísico. Por ello, cualquier cambio en su comportamiento se lo conoce de inmediato.
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