El futbolista iraní Amir Nasr-Azadani ha sido condenado a muerte por apoyar las protestas en favor de los derechos de las mujeres en su país, según reportó la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales (FIFPRO), que ha pedido a las autoridades iraníes que eliminen la pena.
“FIFPRO está conmocionada y asqueada por las informaciones de que el futbolista profesional Amir Nasr-Azadani se enfrenta a la ejecución en Irán después de hacer campaña por los derechos de las mujeres y las libertades básicas en su país. Nos solidarizamos con Amir y pedimos la eliminación inmediata de su castigo”, señaló el sindicato en un comunicado.
El ex jugador del Rah-Ahan, el Tractor y el Gol-e Rayhan, de 26 años, ha sido acusado por el régimen iraní de un delito llamado ‘moharebeh’, es decir, ‘enemistad con Dios’, según informó IranWire; este conlleva la ejecución en la horca, una pena que ya sufrieron el joven Mohsen Shekari y el luchador Majid Reza Rahnavard, ahorcado en público en la ciudad santa de Mashad por las mismas acusaciones que Amir Nasr-Azadani, todo tras un juicio sin garantías.
El medio también informa de que la familia del futbolista “ha sido amenazada repetidamente por las fuerzas de seguridad de la República Islámica” si desvelaban que su familiar estaba detenido, algo que finalmente ha trascendido.
Solo uno de los internacionales iraníes que acudieron al Mundial de Qatar ha reaccionado ante las ejecuciones y las amenazas de ejecución, el portero Alireza Beiranvand, que pidió en Instagram que las penas fuesen revocadas.
Sanciones y condena internacional
La condena internacional por las dos ejecuciones no se hizo esperar. La última ejecución se ha producido en circunstancias “particularmente crueles”, denunció el secretario general de la ONU Antonio Guterres, citado por su portavoz.
Estados Unidos estimó que la aplicación de penas de muerte demuestra que el régimen de la República Islámica teme a su pueblo.
“Estas sentencias duras, y ahora la primera ejecución pública (por las manifestaciones) están destinadas a intimidar al pueblo de Irán, están destinadas a suprimir la disidencia y sencillamente demuestran lo mucho que los dirigentes iraníes tienen miedo de su propio pueblo”, declaró a la prensa el portavoz del departamento de Estado, Ned Price.
Por su parte, la Unión Europea anunció el lunes nuevas sanciones contra un alto dignatario religioso, 15 altos cargos militares y responsables de la radiotelevisión iraní, prohibiéndoles asimismo la entrada en el espacio europeo.
“Estamos apuntando a los responsables de la continua represión contra los manifestantes”, dijo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Desde su fundación en 1979, la República Islámica se ha visto sacudida por varias olas de protesta, pero esta crisis no tiene precedentes, ni por su duración, ni por el hecho de que ocurre en varias provincias, implica a diferentes grupos étnicos y clases sociales e incluye llamamientos directos al fin del régimen.
El poder judicial iraní asegura que hasta ahora ha dictado 11 condenas a muerte en relación con las protestas, calificadas por las autoridades de “disturbios”.
Pero los activistas afirman que otra docena de personas se enfrentan a cargos que conllevan la pena capital.
Múltiples oenegés advirtieron el domingo de que varios iraníes condenados a muerte podían ser ejecutados de forma inminente, entre ellos, Mahan Sadrat y Sahand Nourmohammadzadeh.
La semana pasada, Estados Unidos, varios países de la Unión Europea (UE) y el Reino Unido condenaron la ejecución de Shekari.
Teherán se adelantó a estas medidas punitivas europeas imponiendo a su vez sanciones contra altos responsables británicos y alemanes.
“Estas ejecuciones públicas son un intento descarado de intimidar a la gente”, dijo la ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock.
La oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU dijo estar conmocionada tras ser informada de esta nueva ejecución.
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