Provocado por el cambio climático, casi todas las partes del océano se están calentando. Pero frente a la costa oeste de las Islas Galápagos, hay una parcela de agua fría y rica en nutrientes. Esta próspera zona alimenta el fitoplancton y da vida al archipiélago.
“El agua fría sostiene poblaciones de pingüinos, iguanas marinas, leones marinos, lobos marinos y cetáceos que no podrían permanecer en el ecuador durante todo el año”, dice Judith Denkinger, ecóloga marina de la Universidad San Francisco de Quito en Ecuador.
En las últimas cuatro décadas, esta fría zona se ha refrigerado aproximadamente medio grado. Su persistencia hace que los científicos se pregunten cuánto tiempo aguantará. Las Islas Galápagos ya son famosas por su biodiversidad. ¿Será que el agua en alta mar se convertirá en un refugio para los animales marinos que buscan agua fría en un mundo que se calienta? La respuesta, al parecer, es sí. Al menos por un rato.
Hay otras parcelas frías en el planeta. Una, en el Atlántico Norte, justo al sur de Groenlandia, es causada por el debilitamiento de una corriente global que transporta el calor hacia el norte. Pero según un nuevo estudio dirigido por Kris Karnauskas y Donata Giglio, climatólogos de la Universidad de Colorado Boulder, la parcela fría de Galápagos es producto de la forma del lecho marino y la rotación del planeta, dos cosas que es poco probable que cambien debido al aumento de los gases de efecto invernadero. Y las Galápagos no son las únicas islas que ven este efecto.
A lo largo del ecuador, varias islas tienen aguas inusualmente frías inmediatamente al oeste. Según el trabajo de Karnauskas y Giglio, este enfriamiento es producto del afloramiento provocado por el choque de una corriente oceánica profunda contra las islas que se encuentran a su paso.
Analizando los datos de temperatura del océano de 22 años recopilados por los flotadores Argo, junto con las observaciones de satélites, planeadores oceánicos y cruceros, los científicos construyeron perfiles de temperatura alrededor de varias islas ecuatoriales y señalaron la ubicación de la corriente subterránea ecuatorial (EUC por sus singlas en inglés), una corriente fría y de flujo rápido que viaja hacia el este a unos 100 metros por debajo de la superficie del Océano Pacífico.
La EUC se mantiene en su lugar a lo largo del ecuador por la fuerza de Coriolis, una inercia provocada por el giro de la Tierra sobre su eje. Este mismo efecto tuerce a los huracanes en el sentido contrario a las agujas del reloj al norte del ecuador y en el sentido de las agujas del reloj al sur.
El trabajo de Karnauskas y Giglio muestra que cuando la EUC se acerca a 100 kilómetros al oeste de las Islas Galápagos, de repente se intensifica a medida que las islas lo desvían hacia arriba. Esto hace que el agua sea hasta 1,5°C más fría que el agua fuera de esta parcela fría. Los investigadores encontraron un efecto similar, pero más débil, al oeste de las Islas Gilbert en el Océano Pacífico occidental.
En un estudio separado publicado en PLOS Climate, Karnauskas muestra que durante las últimas décadas, la EUC se ha vuelto más fuerte y más profunda. También se movió unos 10 kilómetros al sur, alineando más su camino con las Islas Galápagos. Todos esos cambios contribuyen al enfriamiento observado, dice Karnauskas.
Para el ecosistema marino de Galápagos, este enfriamiento es “un poco confuso”, dice Jon Witman, ecólogo marino de la Universidad de Brown en Rhode Island que no participó en los estudios. “El agua fría que surge de la EUC sin duda tiene importantes impactos positivos”, dice.
Pero cuando se combina con otros procesos oceánicos que también hacen que las temperaturas bajen, como La Niña, el enfriamiento puede dañar a cierta vida silvestre, como por ejemplo, los corales impactados por el frío, lo que hace que se decoloren y, a veces, mueran.
En el futuro cercano, este escudo de frío probablemente beneficiará la vida alrededor de las Islas Galápagos y otras islas ecuatoriales. Pero esta agua refrescante está librando una batalla perdida con una atmósfera cálida, dice Karnauskas. “Esta tendencia de enfriamiento probablemente no durará todo el siglo; eventualmente se verá sobrepasada”, dice.
Sin embargo, si algunas especies se protegen al menos por un tiempo, Galápagos podría convertirse en un banco genético que podría usarse para volver a sembrar ecosistemas marinos devastados en otros lugares, sugiere Karnauskas. “Y es hermoso que se trate de las icónicas Galápagos de las que estamos hablando aquí”.
La investigación fue publicada recientemente en Geophysical Research Letters: Argo Reveals the Scales and Provenance of Equatorial Island Upwelling Systems.
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