Por María Emilia Menoscal
La clave de la felicidad yace en el vivir constantemente en el presente. Puede sonar muy fácil, pero debido a nuestras múltiples preocupaciones, ilusiones, ansiedades y sueños, estamos todo el tiempo pensando en el pasado o en el futuro. En el, ¿qué hubiera pasado si hacía eso? O en el ¿qué va a pasar si es que hago esto?
De esa manera, es muy complicado estar realmente viviendo el momento al 100%, y el tiempo pasa sin nosotros estar realmente consciente de ello y sin darnos cuenta. Para realmente poder valorar nuestra realidad, tenemos que aprender a vivirla y a apreciarla, tanto con sus aspectos buenos como con sus aspectos malos.
Observemos nuestros pensamientos. La gran mayoría de ellos se tratan de situaciones futuras, o pensando en cómo actuamos hace mucho tiempo. Pensamos mucho en él de qué forma pude haber actuado mejor. Cuando, al contrario, nuestro enfoque siempre debería ser el presente para poder aprovecharlo, valorarlo y disfrutarlo. En resumen, vivir en el presente nos ayuda a ser más agradecidos, y ser más agradecidos nos ayuda a ser más felices. ¿Qué necesitamos para poder estar más presentes?
Aprende a disfrutar de los detalles: no aprendemos a apreciar nuestro alrededor porque lo tomamos por hecho, por lo que los detalles se nos escapan. Es de todos los días tener una cama para dormir, un desayuno completo, un trabajo que me gusta. Como pasan a ser parte de nuestra rutina diaria, pierden valor en nosotros. Se debe prestar mayor atención a las situaciones y las cosas que nos facilitan nuestros días, y nos hacen sentirnos cómodos.
Vive más pacíficamente: en el trajín del día a día, nos acostumbramos a estar apurados y activos todo el tiempo. Tenemos una ansiedad constante de que el tiempo se nos va a acabar, cuando no es así. Ten más paciencia con tu alrededor, con las circunstancias de la vida y las personas que te rodean.
Aprende a identificar a las cosas que no te suman, y aléjalas: esto aplica a situaciones, lugares, pensamientos, personas. Recuerda que eres el jefe de tu vida, y tú eliges en qué situaciones ponerte. Las mismas siempre deben tener una mutua buena intención. Si te encuentras en una situación de la que puedes salir, que no te está sumando a tu vida, apártate de ella.
Prioriza la intención que tienes de estar presente: ya sea con ayuda visual, con alarmas en el celular que te indiquen un tiempo para respirar, con la meditación, con el deporte o cualesquiera que sean las herramientas afines que tengas. El estar presente se trata de una acción, y para aquello hay que actuar.
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